La Comisión Europea amenaza con censurar 29 palabras de las alternativas vegetales
La Comisión Europea ha presentado una propuesta para restringir el uso de ciertos términos tradicionalmente asociados a la carne en productos de origen vegetal, con el objetivo, según argumenta, de mejorar la transparencia para los consumidores y proteger el valor histórico y cultural de los productos cárnicos.
Esta iniciativa forma parte de la revisión del Reglamento de la Organización Común de Mercados y llega cinco años después de que el Parlamento Europeo rechazara una propuesta similar. Además, se presenta poco después de que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) anulara una medida comparable en Francia, al considerar que la legislación vigente ya garantiza la protección del consumidor.
La propuesta de la Comisión establece que el término “carne” se aplicará exclusivamente a las partes comestibles de animales y prohíbe su uso —junto con otras 29 denominaciones— en productos vegetales. Entre los términos incluidos se encuentran “ternera”, “pollo”, “cerdo”, “bacon” y otros descriptivos como “pechuga”, “alas”, “muslitos” o “costillas”.
Hasta ahora, los productos vegetales podían utilizar esas denominaciones siempre que se especificara claramente su origen no animal en el etiquetado. Para Rafael Pinto, responsable de políticas públicas de la Unión Vegetariana Europea (EVU), “tenemos abundantes datos de varios países de la UE que demuestran que los consumidores no se confunden con el uso de estos términos. Esta propuesta no tiene nada que ver con la protección del consumidor ni con la transparencia. Es una restricción injustificada al emprendimiento y la innovación europeos”.
La EVU, que lidera el seguimiento de este tema, ha criticado duramente el cambio de postura de la Comisión. “El TJUE afirmó que la legislación actual es suficiente para garantizar la protección del consumidor y la transparencia. Esto también ha sido reiterado por la propia Comisión en varias ocasiones. Nos sorprende ver este cambio tan repentino de prioridades. Con todos los problemas reales que enfrenta la agricultura europea, hay políticas mucho más importantes en las que centrarse”, subraya la organización.
El debate ha vuelto también al Parlamento Europeo, donde la eurodiputada francesa Celina Imart (PPE) ha presentado una propuesta similar que se someterá a votación tras el verano. Aunque la Comisión ha excluido términos como “hamburguesa”, “salchicha” o “filete”, que generaron polémica en el pasado, estos sí están incluidos en la propuesta parlamentaria.
En ese contexto, Pinto añade: “No se puede declarar como prioridad reducir la burocracia y mejorar la competitividad, y al mismo tiempo presentar propuestas innecesarias como esta. Tampoco se puede hablar de seguridad alimentaria y lucha contra el cambio climático mientras se obstaculiza el desarrollo de soluciones clave. Esta propuesta va contra la agenda de la Comisión y las prioridades de la ciudadanía. Pedimos al Colegio de Comisarios y a la presidenta Ursula von der Leyen que rectifiquen y abandonen este sinsentido”.
España también se ve afectada
Este debate tampoco es ajeno a España. Recientemente, se ha prohibido a empresas veganas utilizar el término “queso” en productos vegetales. Un caso representativo es el de la empresa alicantina Mommus, especializada en fermentados vegetales, que se ha visto obligada a eliminar la palabra “queso” de su etiquetado y comunicación, pese a que siempre aclaraba que se trataba de un producto 100 % vegetal. Desde el sector denuncian que esta medida no responde a ninguna demanda real de los consumidores y que perjudica especialmente a pymes e iniciativas innovadoras.
La Unión Vegetariana Española (UVE), miembro de la EVU, considera que la propuesta de la Comisión es un retroceso injustificado. Su presidente David Román, hace alusión a que “Numerosos estudios demuestran que los ciudadanos entienden perfectamente que un producto etiquetado como ‘hamburguesa vegetal’ o ‘filetes de soja’ no contiene carne. Prohibir estos términos solo favorece a ciertos intereses económicos y frena la innovación, la sostenibilidad y la libertad empresarial en el sector vegetal, en un momento en que Europa debe fomentar soluciones ante la crisis climática y alimentaria”.
Desde la organización española resulta contradictorio obstaculizar el avance de productos que forman parte de la solución.