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Cuando las ovejas no vuelan: El deseo frustrado de Silvia y su familia por viajar a Estados Unidos.

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Cuando las ovejas no vuelan: El deseo frustrado de Silvia y su familia por viajar a Estados Unidos.

Silvia lleva más de dos décadas abrazando el vegetarianismo como una forma de vida guiada por el respeto hacia los animales. Junto a su marido Fran y sus hijos, ha construido un hogar lleno de afecto, segundas oportunidades y sobre todo diverso pues comparte espacio con una familia muy peculiar que incluye perros, gatos, ovejas, un gallo y hasta una cobaya. Cada uno de ellos tiene un nombre, una historia de rescate y una segunda oportunidad que contar.

Recientemente, la posibilidad de un traslado profesional a Estados Unidos puso ese mundo a prueba. Lo que podría haberse convertido en una nueva etapa llena de ilusión se convirtió en una lucha contra un sistema que no contempla a los animales como parte real de la familia. Entre normativas confusas, obstáculos absurdos y falta de apoyo institucional, Silvia y su familia se enfrentaron a un desafío tan inesperado como doloroso: defender el derecho a no dejar atrás a quienes también aman, ya que sus ovejas no podían volar ni formar parte de esta nueva aventura.

 

En esta entrevista, Silvia nos abre las puertas de su historia para hablar de amor, lucha y del desafío que supone vivir con integridad en un mundo que aún no comprende del todo lo que significa una verdadera familia multiespecie formada por sus perros: Doby, Luci, Merlín y Einstein. Sus gatos: Halloween, Chip, Narnia, Chispa, Brumichindo y Brumichinda, Isis, Arian y Brujita. Su gallo Pumpkin y su cobaya Rudolf y los protagonistas de esta historia, sus ovejas Alfonso y Chupina.

Nos lo cuenta desde la convicción de que vivir con empatía a veces puede ser doloroso, pero siempre vale la pena.

 

 

Silvia, sois una gran familia, cuéntanos más sobre ellos, ¿cómo es vuestro día a día?

En casa el día a día es una locura, tenemos animales como Doby que es un perrito diabético y ya muy mayor y tenemos que estar pendientes de sus horarios de comidas, mirar glucosa con glucómetro y pinchar insulina. Merlín es el perro más joven y no para de tocar las narices a todos, especialmente a los más ancianos. A todos los sacamos a pasear varias veces, pero Merlín necesita un extra, así que nos turnamos. Las ovejas Chupina y Alfonso son tranquilos, aunque ella es mucho más mayor, tiene 10 años y Alfonso solo 2. Por la mañana abrimos la cuadra y si hace buen tiempo los sacamos al prado de delante de casa, si no hace buen tiempo ni ellos quieren salir (abres y te miran con una cara de “mejor sales tu”). Los gatos en general también son tranquilos, excepto Chispa que aún no tiene ni un año y se alía con Merlín para hacer trastadas, tirar cosas de los muebles, morder a los ancianos, etc. Y a Rudolf (la cobaya) le tenemos abierta su jaula y se asoma a ver el panorama pero no le suele gustar salir. También está Pumpkin, nuestro gallo, él vive con nosotros en casa, le gusta ponerse delante de la estufa o de la chimenea cuando hace frío y dormirse encima del sofá o entre las piernas de alguno de nosotros mientras vemos la tele. Cuando hace sol le gusta salir con nosotros al prado pero con el frío o la lluvia no le hace gracia. A todo esto pues también tenemos nuestros trabajos y nuestros niños. Aburridos no estamos.

 

Cuando te pusiste en contacto con la UVE para exponer tu caso nos encontramos con una situación completamente nueva. No sabíamos que un gallo podía viajar en un avión y que las ovejas no pudieran hacerlo ¿Puedes explicarnos cómo comenzó toda esta historia? ¿Cómo descubriste que tus ovejas no podían volar contigo a EE.UU.?

El tema empezó con el planteamiento de traslado. Me puse en contacto con el CEXGAN (Certificado de Exportación Ganadera) de Madrid y la verdad es que el trato fue muy malo. No me encuentro con el que “en teoría” no pueden viajar conmigo, sino que me obligan a hacerlo como explotación ganadera y como exportación de ganado. Esto supone meterlos en un barco con más ganado durante 7/10 días, expuestos a unas condiciones inhumanas. Para el sistema, si dos ovejas de doscientas no llegan a su destino no pasa nada. Las condiciones de estrés, falta de alimentación adecuada o suministro de agua son pésimas. Nadie contempla que, para nosotros, no son “ganado” sino parte de nuestra familia. Solo pido que me dejen viajar con ellos en barco o como sea, en unas condiciones en las que nosotros nos podamos hacer cargo de ellos, y minimizar las condiciones de estrés. Están acostumbrados a las caricias, a sus “chuches” y a sus mimos.

 

 

¿Y el resto de tus animales? Los perros, gatos, el gallo… ¿Ellos sí tienen su pasaporte al día? ¿Por qué pueden viajar y las ovejas no?

Todos incluidos, las ovejas están al día, el tema son las condiciones en las que me obligan a trasladarlos. El avión es el método más rápido, pero si no puede ser, pues que me dejen hacerlo de otro modo, al menos de manera humana.

 

 

 

¿Qué sentiste cuando te dijeron: «las ovejas no pueden volar»? ¿Cómo se asimila esta negativa? ¿Te lo esperabas?

El problema es que cuando hablé con el CEXGAN el operador que me atendió me dijo de muy malas maneras que consultara con la página web del ministerio y cuando le contesté que ya lo había hecho y que tenía dudas porque no sabía si lo que quería hacer se podía, me respondió que consultara con algún ganadero que exportase ovejas, porque no podía llamar al número de información de exportación de animales para pedir tanta información, entonces ¿para qué está el número de información?. Además, los ganaderos hasta donde yo sé, son los que las trasladan en barco sin importarle si muere una o no. Sentí indignación porque el tipo me habló como si fuese una loca.

 

¿A cuántas puertas has llamado? ¿Cuáles son las soluciones que te han dado?

He tratado de hablar con veterinarios y pilotos de avión y por ahora, soluciones cero.

 

¿Te parece contradictorio que los animales sí puedan cruzar fronteras fácilmente cuando son parte de industrias comerciales, pero no cuando simplemente son amados?

Contradictorio y estúpido. Estamos en unos tiempos en los que se alardea de que tenemos libertad, pero si yo quiero tener dos ovejas como ‘mascotas’ entonces todo es raro y no puede ser. Ya tenemos que pasar por tener que darnos de alta como explotación ganadera para poder tenerlas en regla, eso supone dar cuentas inexistentes a la oficina agraria de la Xunta, porque como las operamos para que no críen, cada vez que me requieren para dar cuentas de los animales se crían o se venden, me miran con desconfianza. Tenemos que pasar el saneamiento, y cuando vienen los veterinarios de la Xunta, hay que explicarles y rogarles que, por favor, actúen con cuidado y respeto, porque no son simples cabezas de ganado. Aunque lo fueran, tampoco justificaría que algunos actúen de forma brusca, pero lamentablemente los hay que sí lo hacen.

 

Puedes seguir leyendo esta entrevista en VEGETUS la revista vegana, descargable y gratuita de la UVE.