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Dietas milagro: magia ineficaz y peligrosa

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Dietas milagro: magia ineficaz y peligrosa

Según el informe “Creencias y actitudes frente al exceso de peso en España”, elaborado recientemente por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Sociedad para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), uno de cada cuatro españoles quiere perder peso. Es un terreno abonado para las dietas milagro: el 31% de los españoles con sobrepeso ha hecho alguna vez una dieta milagro según las citadas sociedades, que nos advierten que estas dietas nos aumentan el riesgo de padecer problemas cardíacos, renales o digestivos. Por su parte, la Fundación Española de la Nutrición afirma que estas dietas pueden constituir en la mayoría de los casos no sólo un fraude sino también un peligro para la salud.

Cada dieta milagro usa una estrategia distinta y un argumento pseudo-científico distinto para convencernos de sus bondades. Para la SEEDO algunas contienen toques exóticos, otras cómicos, pero la mayoría poseen un denominador común y es que a la larga son peligrosas y no sólo no consiguen cambiar los malos hábitos, sino que acentúan los errores.

Estas dietas se caracterizan por ser desequilibradas, insuficientes e incluso peligrosas para la salud. Además una vez que se abandonan, se recupera el peso perdido con gran rapidez. ¿Cómo distinguirlas? Es fácil: suelen prohibir alimentos básicos, o establecer listas de alimentos supuestamente buenos o malos, o ser monótonas, o promover el ayuno o semiayuno con menos de 1.000 calorías al día, o por prometer pérdidas de peso demasiado rápidas.

Dietas ricas en proteína: desde Atkins hasta Herbalife

Tienen en común permitir la ingesta libre de proteína, sea a base de preparados (batidos proteicos) o de alimentos. Producen en nuestro cuerpo una situación llamada “cetosis” que reduce el apetito con el consiguiente éxito –a corto plazo- de la dieta… pero a costa de la salud del paciente. Restringen, sin base científica, los carbohidratos. La falta relativa de glucosa –sobre todo para el cerebro-, de fibra –que implicará estreñimiento y problemas asociados a éste- así como la sobrecarga hepática y renal a que conducen, las convierten en totalmente desaconsejables.

La ingestión de una dieta en la que la proporción de proteína es muy elevada conduce a que ésta sea usada esencialmente como energía y no para la reposición de las necesidades del cuerpo. El resultado puede ser una pérdida de proteína (a pesar de tomarla en grandes cantidades) y de minerales, lo cual reduce la tolerancia al ejercicio físico, clave para perder peso.

Esas dietas, además de limitar el aporte de vitaminas hidrosolubles, de calcio y de magnesio, aumentan a largo plazo el riesgo de osteoporosis, de enfermedades cardiovasculares, de cáncer y de otras enfermedades crónicas. El organismo se hace más vulnerable a cualquier microorganismo al quedar afectada la formación de anticuerpos. Al abandonarlas (cosa claramente aconsejable) se produce, por efecto rebote del metabolismo, un aumento de peso. Todo un logro.

Dieta de Atkins, de Scardale, de Stillman, de Hollywood, y de James Bond

Son dietas ricas en proteína y bajas en hidratos de carbono. Atkins, que murió con más de 100 kg de peso, y que fue demandado legalmente en numerosas ocasiones por perjuicios a la salud, se permitió el lujo de diseñar una pirámide de la alimentación que es casi igual que las que editan las sociedades de nutrición, pero al revés. Esta pirámide ha sido duramente criticada en el último Congreso de la Dieta Mediterránea celebrado en Barcelona.

Según un estudio publicado en 2002 en la revista científica “The American Journal of Medicine”, 7 de cada 10 pacientes expuestos a una dieta con restricción de carbohidratos, como la de Atkins, la de Scardale o la de Stillman, acaban sufriendo estreñimiento. El estreñimiento está asociado a una elevación del riesgo de patologías intestinales tan graves como el cáncer de colon, tercera causa de mortalidad en países occidentales. Recientemente, la prestigiosa revista “Obesity Reviews” ha publicado un artículo en que se califica de “irresponsabilidad” seguir la dieta propuesta por Atkins.

Dieta de Montignac

Es prácticamente una copia de la dieta Atkins, pero aporta algunos elementos irracionales adicionales, como una cierta permisividad hacia las bebidas alcohólicas y la denuncia a la glucosa (principal fuente de energía de todas las células del cuerpo) como un tóxico peligroso. Montignac pretende convencer a la población de que él posee la verdad y de que la ciencia oficial no sabe nada y además se equivoca.

La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) no duda en criticar abiertamente a Montignac y a la falsedad de sus teorías, sin base científica alguna.

Dieta de la Clínica Mayo

Ha sido constantemente negada por la propia Clínica Mayo, de Rochester, que lo desmiente una y otra vez en su libro “Manual de dietética de la Clínica Mayo”. Se trata de una dieta desequilibrada con un alto contenido en colesterol y proteína animal, que prohíbe la ingesta de alimentos con hidratos de carbono. De nuevo, la SEEDO, critica esta dieta por incompatible con un óptimo estado de salud.

Dieta de batidos proteicos

Consiste en tomar una serie de batidos ricos en proteína como sustituto de las comidas principales, enriquecidos con diversos nutrientes como vitaminas y minerales. Aseguran estar también elaboradas a partir de “hierbas esenciales” (no existe ninguna hierba esencial, sólo nutrientes esenciales).

Los responsables de estas dietas aportan como “garantía de seriedad” el hecho de ser una dieta seguida por millones de personas, lo cual es cierto, y afirman que estudios científicos avalan su efectividad, lo cual, eso sí, es falso. En Medline, la base de datos más reconocida sobre estudios científicos, no aparece a día de hoy ni un solo estudio al respecto de este método. Esta dieta comparte los riesgos anteriormente comentados de las dietas hiperproteicas.

Dietas disociadas: dieta de “Hay”, dieta de “Shelton”, dieta de “Beverly hills”…

En ellas se prohíbe mezclar algunos alimentos en el mismo plato. Las hay que no dejan combinar absolutamente nada, comiendo cada día una sola cosa. Casi todas coinciden en prohibir la fruta después de las comidas.

Este concepto de “combinar alimentos” tiene su origen en las teorías no científicas postuladas por William Hay a finales del siglo XIX y se ha popularizado en los últimos años gracias a varios libros de dietas de combinación de alimentos publicados en esta década.

Según la Fundación Española de la Nutrición, todas las dietas disociadas podrían criticarse en cuanto a la clasificación que hacen de los alimentos. No existe ningún indicio científico de que el cuerpo necesite separar las proteínas, los carbohidratos y/o las grasas en diferentes comidas porque sea incapaz de digerirlos juntos. Los humanos poseemos un estómago y un intestino de longitud media que nos convierten en omnívoros y somos perfectamente capaces de digerir al mismo tiempo, por ejemplo, un filete (proteínas y grasas) y patatas (carbohidratos).

Consecuencias sobre la salud

Son dietas desequilibradas en aporte de nutrientes, con el riesgo asociado de tomar hidratos de carbono en menor cantidad de lo recomendable, y proteínas y/o grasas en exceso. Montignac, además de proponer una dieta alta en proteína, prohíbe la mezcla de grasas y glúcidos. Insiste en que tomemos más grasa de lo recomendable, sin tener en cuenta los efectos perniciosos que ello comporta sobre la salud de sus “adeptos”.

Prohibir la fruta después de las comidas, invención sin base científica, trae consigo la reducción en la ya de por sí baja ingesta de fruta, alimento estrella en cuanto a fibra, vitaminas y sustancias fitoquímicas. Cabe recordar que la vitamina C, presente en la gran mayoría de frutas, aumenta notablemente el aprovechamiento del hierro de las comidas, previniendo por tanto la anemia.

Estas dietas, además, fuerzan a nuestro cuerpo a modificar y a adaptar y readaptar constantemente su planteamiento fisiológico, algo nada recomendable si se quiere perder peso y mantener la pérdida alcanzada.

Si se consigue adelgazar con este tipo de dietas, es porque se acaba aborreciendo la hora de la comida por el aburrimiento y monotonía de los platos, porque ayudan a mantener una disciplina, y porque las personas que las siguen ingieren menos calorías que antes (no porque la dieta funcione, sino por el tedio al que se llega ante la imposibilidad de mezclar alimentos).

A largo plazo, si no se tiene una voluntad férrea, se retomarán los hábitos anteriores sin haber educado nuestro paladar hacia una dieta equilibrada, con el agravante de haber jugado sucio con nuestro metabolismo: nos las tendremos que ver con el llamado “efecto rebote”, premio que consiste en engordar de nuevo siendo cada vez más difícil adelgazar. Y si sí se tiene una voluntad férrea y se sigue la dieta mucho tiempo, mantendremos un pésimo estatus nutricional, de imprevisibles consecuencias sobre la salud.

Dietas depurativas: ayuno ¿terapéutico?

Son dietas cuya base radica en proponer unos días de ayuno o semiayuno para “desintoxicar” nuestro organismo y/o permitir que adelgace. De nuevo la base científica juega en contra de la teoría que sostiene estas dietas: en cuanto se deja el ayuno se recuperan los kilos perdidos (agua fundamentalmente), dificultando su pérdida posterior si se plantea una nueva dieta, aunque ésta sea equilibrada.

Sus riesgos a largo plazo no dejan lugar a dudas sobre lo desaconsejable que es llevarlas a cabo: debilitamiento muscular por consumo de proteína propia, disminución de la actividad intelectual, aumento de la susceptibilidad al frío, bajada de las defensas por fallo del sistema inmunitario, anemia, cambios en la regulación metabólica… La pérdida de músculo (principal consumidor de energía en nuestro cuerpo) disminuirá las necesidades energéticas lo que traerá de consecuencia un incremento de peso asegurado al abandonar la dieta, ya que el gasto será inferior pero el ingreso de calorías será el mismo que había antes de empezar la dieta.

Dieta del jarabe de arce o sirope de savia

Hay que tomar un preparado de sirope mezclado con agua, zumo de limón y algún condimento sin calorías. Los primeros días se permite acompañar al sirope con pan integral y algún otro alimento, pero sin llegar a las 1000 calorías. El resto de días sólo se puede tomar sirope, hasta volver a la fase de las insuficientes 1000 calorías diarias. En cualquiera de las fases intoxicaremos nuestro cuerpo con cuerpos cetónicos, creados para compensar la ordalía que supone exponer a nuestro organismo a semejante barbaridad.

Dieta de la manzana

Permite ingerir 5 manzanas, 3 yogures desnatados y un café o té. Es decir, un semiayuno que aporta poquísimas proteínas, algo de glúcidos, nada de grasa, y una insuficiente cantidad de vitaminas, minerales y antioxidantes: desequilibrio garantizado. Sus creadores aseguran que se pierden 2 kg en 2 días, lo cual es cierto: 2 kg de agua y proteína, que se recuperan fácilmente, dificultando la deseada pérdida de grasa por culpa del atentado al metabolismo.

Dieta del pomelo: amarga e ineficaz

Tres largos días de la semana sólo se puede tomar pomelo, como pieza de fruta o en zumo. ¿Se pierde peso? Se pierde agua y proteína, que se recuperan, de nuevo, al abandonar la “dieta”, pero también se pierden: vitaminas, minerales, antioxidantes y, cómo no, la posibilidad de asegurar una pérdida de peso duradera y saludable.

Dieta de la cerveza

Es una “dieta” sin ninguna base científica y que contradice los conocimientos actuales de la Ciencia de la Nutrición. Consiste en no tomar más que cerveza (2,5 litros al día) durante dos días, lo cual supone unas 1000 calorías al día. Por debajo de 2.000 Kcal/día tiene lugar una disminución lineal en el aporte de prácticamente todos los nutrientes por lo que es difícil que se puedan cubrir las recomendaciones dietéticas. Pero además se ingieren unos 40 gramos de alcohol. La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria advierte que con consumos superiores a 20 gramos/día se observan incrementos de riesgo del 50% para el cáncer de cavidad oral y laringe, y de un 75% para el cáncer de esófago, entre otros.

Es una “dieta” que se acompañará de una intensa e incontrolable sensación de hambre. Si se respeta el plazo de dos días no se descalabrará seriamente la salud, aunque si el paciente pierde peso (agua que recuperará al abandonar la “dieta”), puede sentir la peligrosa tentación de repetir o alargar la temeridad. En cualquier caso, alentar a la población a consumir alcohol para perder peso es un disparate a la luz de los datos que nos ofrece el Instituto Nacional de Estadística:

El consumo de alcohol es responsable de:

  • El 70% de las muertes por cirrosis hepática
  • El 60% de los casos de pancreatitis crónica
  • El 50% de los tumores del tracto digestivo superior
  • El 46% de las muertes por homicidio
  • El 42% de las muertes por pancreatitis aguda
  • El 40% de las muertes por accidentes de tráfico
  • El 25% de las muertes por suicidio
  • El 15% de las muertes por accidentes laborales

Dietas “de choque”

Son dietas promovidas por algunas franquicias o cadenas de productos dietéticos, que incluyen una limitada variedad de alimentos, pero en las que predomina un alimento: la dieta de la piña, la del kiwi, la de la naranja, la de la papaya, etc. Tienen muy pocas calorías y un claro desequilibrio entre nutrientes. De nuevo la pérdida de peso es de agua, que se recuperará en cuanto finalice la alteración metabólica a la que nos expone la dieta, dejándonos de legado la mala educación alimentaria.

Finalizada esta dieta “depurativa”, se suelen proponer “dietas amplias”. Son dietas bajas en calorías, aunque no tanto como las “de choque”. Estas dietas no tienen en cuenta los hábitos alimentarios previos del paciente -para reducir su ingesta en función de las calorías consumidas anteriormente y así evitar efectos rebote-, y presentan habitualmente un desequilibrio de macronutrientes que no tiene en cuenta las recomendaciones actuales de las sociedades científicas de nutrición.

Estas dietas se aderezan con productos supuestamente adelgazantes que vende la propia empresa, y que no funcionan, según un reciente meta-análisis publicado en la revista científica American Journal of Clinical Nutrition.

Dietas absurdas

Son aquellas cuyo sola mención hace carcajear a los dietistas, pero que atraen como moscas a los pobres consumidores por ser sencillas de entender y por no partir de grandes planteamientos científicos: la dieta de la sopa quemagrasa, la del limón -también quemagrasa-, la del grupo sanguíneo, la del signo zodiacal, la de comer antes de las ocho de la mañana…

Suelen venir acompañadas por el testimonio de algún personaje famoso –nunca por sus descubrimientos en nutrición, claro- que afirma haber perdido peso con la dieta propuesta esta temporada.

Ninguna sopa, ni litros de zumo de limón “disuelven” la grasa de nuestro cuerpo. Si bajamos de peso se debe a la pérdida de agua que reconquistaremos con nuevo impacto en cuanto llegue el obligado abandono de la dieta. En cuanto a la dieta del grupo sanguíneo (escogeremos una u otra dieta en función de nuestro grupo sanguíneo) sólo decir que es un embuste anti-científico que obliga a desaprender los hábitos dietéticos que tanto cuestan de asimilar. Nada aconsejable.

Dietas tóxicas

Cómo no, en el mercado podemos encontrarnos con dietas claramente tóxicas. Es el caso de las que usan diferentes preparados “farmacológicos” (hormonas tiroideas, anfetaminas, diuréticos, laxantes…) en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad. La incorporación de estas sustancias altera el delicado equilibrio de muchos de nuestros sistemas corporales. Muchos de estos preparados, que se venden como tratamientos para adelgazar, se clasifican como ilegales por la Agencia Española del Medicamento.

Estos tratamientos han resultado ineficaces y pueden acarrear graves perjuicios para la salud. El peso corporal que se pierde es principalmente músculo del paciente. Más aún, al terminar el tratamiento esa persona seguirá con unos hábitos dietéticos anormales, por lo que en un breve espacio de tiempo recuperará el peso perdido e iniciará una carrera ascendente hacia una obesidad cada vez mayor y más difícil de tratar. Pero no acaban aquí las desventajas, ya que se pueden producir a medio y largo plazo alteraciones de la capacidad reproductora y daños al sistema endocrino. Las consecuencias pueden llegar a ser nefastas para el individuo por alteración cardiaca.

La Dirección General de Farmacia aconseja desconfiar de los anuncios como “producto natural”, “hecho con plantas” o “de venta en farmacias”.

Dieta equilibrada para perder peso

Todos los programas de control de peso, según la Asociación Americana de Dietética, deberían como mínimo incluir modificaciones en el estilo de vida con los siguientes objetivos:

(a) cambio gradual hacia un estilo de vida saludable con un incremento en la ingesta de cereales integrales, frutas, verduras y hortalizas;
(b) un acercamiento no restrictivo hacia la alimentación, basada en la regulación interna de la ingesta de alimentos (hambre y saciedad); y
(c) incremento gradual de la actividad física hasta llegar a realizar por lo menos 30 minutos diarios de ejercicio agradable y satisfactorio para el individuo.

La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, por su parte, afirma que el porcentaje de Hidratos de Carbono se debe situar entre un 50 y un 55% de la energía ingerida, tanto en las dietas normocalóricas como en las hipocalóricas, que nunca deben estar por debajo de las 1200 kilocalorías al día. La dieta ha de pautarse en función de la ingesta espontánea, sin necesidad de hacer la alimentación más estricta de lo necesario, lo cual permitirá una pérdida de peso progresiva y constante (de 0,5 a 1 kilo de peso a la semana)

La fibra –que provendrá de alimentos vegetales- ha de superar la cifra de 25 gramos al día, conduciendo a una dieta con alto poder saciante y que evitará el estreñimiento, además de prevenir diversos tipos de cáncer, diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, enfermedad diverticular, así como otros desórdenes del intestino.

En todos los casos resulta imprescindible realizar un plan personalizado de la pauta alimentaria a seguir. En personas con exceso de peso es fundamental la educación dietética a cargo de dietistas-nutricionistas, capacitados para realizar una evaluación nutricional completa, una educación alimentaria-nutricional, una propuesta de modificación de la conducta alimentaria, y un plan de alimentación diseñado específicamente a los gustos y preferencias alimentarias del individuo a tratar.

 

– Equipo de nutrición de la UVE

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