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La industria cárnica supo desde 1989 su impacto climático y lo ocultó​

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La industria cárnica supo desde 1989 su impacto climático y lo ocultó​

En 1989, la Asociación Nacional de Ganaderos de Carne (NCBA, por sus siglas en inglés), una de las principales organizaciones que representan a la industria de la carne vacuna en Estados Unidos, encargó un informe crucial: el estudio advertía que la producción de carne de vacuno contribuía de forma significativa al cambio climático. Lejos de usar esa información para buscar soluciones o informar al público, la NCBA optó por enterrarla.

El informe señalaba que el metano, uno de los gases de efecto invernadero más potentes, era liberado en grandes cantidades por el ganado vacuno, especialmente a través de la digestión y el estiércol. También se mencionaba la deforestación para pasturas y la producción intensiva de pienso como factores agravantes del impacto ambiental de la carne de vacuno.

La decisión de no hacer pública esta información fue tomada por los líderes de la industria, con la NCBA al frente. Más tarde, grupos comerciales financiados por la industria, como el Beef Board y otras asociaciones agrícolas, desarrollaron estrategias de comunicación para distraer al público y proteger su modelo de negocio.

¿Cómo lo ocultaron?

Según la profesora Jennifer Jacquet, de la Universidad de Miami, quien dirigió una nueva investigación sobre el tema, la industria implementó una campaña estratégica de relaciones públicas durante décadas. En lugar de informar al público sobre el impacto climático de la carne, invirtieron en estudios alternativos, financiaron campañas de desinformación y posicionaron el problema como una cuestión de “elección personal” del consumidor. Es decir, desviaron la atención hacia cambios individuales sin señalar la responsabilidad estructural del sistema alimentario.

Esta táctica recuerda las estrategias empleadas por la industria tabacalera, que durante años negó la relación entre fumar y el cáncer, pese a tener evidencia interna.

Aunque el informe original data de 1989, el escándalo ha salido a la luz recientemente gracias al trabajo académico de Jacquet y sus colegas, publicado en 2024. Usando solicitudes de acceso a la información y archivos corporativos, el equipo reconstruyó cómo la industria construyó una narrativa pública engañosa durante más de tres décadas.

¿Por qué se ocultó?

La motivación principal fue proteger el negocio. Reconocer el daño ambiental de la carne de vacuno podría haber provocado cambios en la regulación, pérdida de consumidores y restricciones legales. Por eso, la industria optó por proteger sus intereses económicos, aunque eso implicara frenar avances en la lucha contra el cambio climático.

Las consecuencias…

Una encuesta de 2023 reveló que el 74% de los adultos en EE.UU. creen que dejar de comer carne tiene poco o ningún impacto en el cambio climático. Esto demuestra el éxito de las campañas de desinformación: durante años se ha subestimado el poder transformador que tienen nuestras decisiones alimentarias.

Hoy sabemos que reducir el consumo de carne —especialmente de vacuno— es una de las formas más efectivas de reducir las emisiones individuales de gases de efecto invernadero. Pero durante décadas, esta verdad fue intencionalmente silenciada.

Autora del artículo original: Nina B. Elkadi
Fuente: Sentient Media – “The Beef Industry Knew About Climate Change in 1989”