Cómo mejorar la diabetes con una alimentación vegetal
Todo apunta a que soplan vientos de cambio, como cantaron los Scorpions en su archiconocida balada sobre las transformaciones que se avecinaban en la Europa de los primeros noventa.
Parece que la sociedad ya no mira con tanto recelo las dietas plant-based y empieza a superar la falsa creencia de que pudieran ser carentes nutricionalmente. Estos vientos de cambio cuentan con respaldo científico y coinciden con lo que la Academia de Nutrición y Dietética (AND) de EEUU lleva años señalando: “las dietas vegetarianas y veganas son saludables, nutricionalmente adecuadas y apropiadas para todas las etapas del ciclo vital”. Asimismo, las dietas plant-based también destacan por sus aplicaciones terapéuticas.
En líneas generales, las llamadas dietas plant-based se caracterizan por una alta presencia de fibra dietética y de antioxidantes procedentes de las verduras, hortalizas, legumbres, frutas, productos derivados de la soja, frutos secos y cereales integrales, así como por un bajo contenido de grasas saturadas y colesterol. Esta es la razón por la que se encuentran niveles inferiores de colesterol total, colesterol LDL y triglicéridos, y un mejor control de presión arterial y de glucosa en sangre en personas vegetarianas y veganas que en personas consumidoras de carne. Este patrón dietético también se ha asociado a un menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares, obesidad, síndrome metabólico, algunos tipos de cáncer, arteriosclerosis y otras enfermedades crónicas degenerativas no transmisibles. Casi nada, teniendo en cuenta que son algunas de las principales causas de mortalidad y morbilidad. En este punto, tales beneficios no están únicamente relacionados con los factores de la dieta, sino con la concienciación de un estilo de vida saludable en general, más frecuente entre la población vegetariana y vegana.
Cabe mencionar que estos beneficios de las dietas plant-based siempre serán mayores si son pautadas por nutricionistas, porque no hay que olvidar que también existen patrones plant-based no saludables. Por ejemplo, productos como el embutido vegano llevan a la población vegana a adaptarse al resto de la sociedad, dejando en un segundo plano sus beneficios para la salud. Recordémoslo: el consumo frecuente de ultraprocesados, provengan de donde provengan, conduce a un peor estado de salud.
Aunque parece evidente que la dieta vegetariana sale bien parada en la mayoría de estudios sobre la salud a largo plazo, nuestra ciencia continúa necesitando evidencias empíricas sobre su utilidad en el tratamiento de algunas enfermedades. En concreto, hay una patología muy común considerada ya la epidemia mundial de este siglo, a la que puede beneficiar y mucho una dieta vegetariana o vegana: la diabetes.
Tipos de diabetes
La diabetes tipo 1 es una patología de origen autoinmune en la que las células pancreáticas que producen la insulina son destruidas. Generalmente se diagnostica en la infancia o en menores de 30 años, y aún no se conoce ni prevención ni cura, pero sí tratamiento: inyecciones diarias de insulina.
La diabetes tipo 2, en cambio, se desarrolla por una resistencia a la insulina o una acción defectuosa de la misma. Supone aproximadamente el 90% de los casos de diabetes, y está fuertemente ligada al estilo de vida, edad y genética. La diabetes tipo 2 se puede prevenir y tratar modificando los factores de riesgo asociados a los hábitos, entre ellos los alimentarios.
Ambos tipos de diabetes pueden dar lugar, con el paso del tiempo, a complicaciones microvasculares y macrovasculares. Aunque la etiología y causas de los dos tipos de diabetes son diferentes, el tratamiento dietético es similar, con la diferencia de que en la tipo 1 debe llevarse a cabo un contaje de los carbohidratos que se van a ingerir para la correcta administración de las dosis de insulina.
En cualquier caso, las recomendaciones dietéticas dadas a las personas con diabetes no distan tanto de las dadas a la población general. Por otro lado, y a pesar de que existe un tratamiento farmacológico para ambas, el número de personas que padecen uno u otro tipo de diabetes no deja de ir en aumento cada año, lo que requiere una intervención nutricional a la altura del problema. Y es aquí donde las dietas plant-based pueden jugar un papel decisivo.
Los beneficios de una alimentación vegetal
Que exista un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en población vegetariana y vegana ya indica su efecto protector. Esto en parte es debido a que hay una mejor sensibilidad a la insulina, y un menor acúmulo de tejido adiposo y peso corporal. Pero lo más interesante se encuentra en que estas dietas no solo pueden ayudar a prevenir la diabetes tipo 2, también pueden ayudar a manejarla.
En el caso de la diabetes tipo 1, se desconoce cómo prevenirla, pero también podría ser útil para tratarla. ¿Cómo? Pues resulta que los alimentos más interesantes para la diabetes son los mismos que componen una dieta vegana: una mayor presencia de verduras, hortalizas, frutas, legumbres, frutos secos y semillas, frente a un escaso consumo de harinas y azúcares refinados, carnes rojas y procesadas, frituras, salsas…
Los primeros alimentos son ricos en compuestos como la fibra dietética, los carotenoides, los fitoquímicos (polifenoles, antioxidantes…), y otras sustancias bioactivas que mejoran y mantienen la salud. Con respecto a los fitoquímicos, una de sus cualidades más interesantes es su capacidad para neutralizar los radicales libres y reducir el estrés oxidativo e inflamación, relacionados con el desarrollo de patologías. En el caso de la fibra dietética, proveniente únicamente de alimentos de origen vegetal, es un nutriente esencial para la microbiota intestinal por ser el sustrato principal del metabolismo de sus bacterias, las cuales tienen importantes funciones en nuestra salud; especialmente en el sistema inmunitario, en la salud metabólica y gastrointestinal. A la vez, es una de las sustancias más útiles para la reducción del colesterol y para el control de la glucosa en sangre en personas con diabetes.
Esto se debe a que la fibra puede ayudar a reducir la respuesta postprandial (pico de glucosa que se genera tras una ingesta de comida), gracias a que enlentece el vaciamiento gástrico de la comida y su consiguiente absorción en el intestino.
Al hilo de lo anterior, las personas con diabetes tipo 1 y tipo 2 a menudo presentan una disbiosis intestinal, esto es, una alteración de las bacterias que habitan el intestino. La composición de la microbiota es variable y se puede modificar, y precisamente la dieta vegetariana es una opción adecuada por su elevado consumo de fibra y la producción de ácidos grasos de cadena corta.
En general, los pacientes con diabetes muestran un aumento de bacterias proinflamatorias. En cambio, las personas vegetarianas y veganas muestran un aumento de bacterias antiinflamatorias. No obstante, para demostrar si el establecimiento de una dieta plant-based en personas con diabetes podría ayudar a enriquecer la microbiota haría falta más investigación.
La relación entre la diabetes y el hierro
Y todo esto pone sobre la mesa otra cuestión no menos importante para el tema que estamos abordando: el hierro.
Nos han hecho creer que las dietas plant-based tenían “el hierro que se absorbe mal” (hierro no hemo), cuando a día de hoy está demostrado que un nivel alto de hierro hemo (el de origen animal) y ferritina (proteína que lo almacena y transporta) está relacionado con el aumento de la glucosa, con una peor resistencia a la insulina y con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, independientemente de factores de confusión como el IMC. De hecho, algunos pacientes deben donar sangre para reducir las reservas y mejorar la sensibilidad a la insulina.
Por el contrario, el hierro no hemo (el de origen vegetal) no parece estar asociado a este riesgo. A pesar de que la población vegetariana tiene reservas más bajas, esto no parece ser perjudicial, ya que se ha observado una correlación entre unos niveles bajos de ferritina en sangre y una mejor sensibilidad a la insulina.
Por otra parte, en algunos estudios se ha visto una reducción de la hemoglobina glicosilada (HbA1c) y de la glicación de proteínas, parámetros que ayudan a evaluar el control de la enfermedad. Aunque no hay tantos estudios para la diabetes tipo 1 debido fundamentalmente a una menor prevalencia en comparación con la diabetes tipo 2, probablemente los resultados sean parecidos.
Recordemos que hay evidencia suficiente de los beneficios de la dieta vegetariana y vegana en el perfil lipídico (colesterol, triglicéridos…) y en la salud cardiovascular, y que la diabetes precisamente conlleva complicaciones vasculares. Ante la necesidad de crear nuevas medidas y dietas terapéuticas debido al problema sanitario, económico y psicológico que supone la alta incidencia de ambos tipos de diabetes y sus consecuencias en la calidad de vida o su alta mortalidad de la población, ¿no deberían estar pautándola, o al menos, teniéndola en cuenta en los centros sanitarios?
Hay quien prefiere seguir creyendo que “es necesario comer de todo”, pero resulta que la ciencia no es una opinión y que esta ha respaldado los beneficios de las dietas plant-based. Y afortunadamente, cada vez somos más quienes apostamos por ellas. Soplan vientos de cambio y si el Muro de Berlín logró ser derribado, estos prejuicios y falsas creencias seguirán el mismo camino.
Cristina Lajas Casado.
Nº de colegiada EUS00487. Dietista-nutricionista y Técnica Superior en Dietética