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Construyendo una relación sana con la comida

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Construyendo una relación sana con la comida

Construyendo una relación sana con la comida

Fechas como la Navidad y la posterior sensación de arrepentimiento tras habernos “pasado” con las comilonas, los dulces, las bebidas y demás hacen que se cree una dualidad extremadamente fuerte entre alimentos buenos y malos.

Comenzamos a ver cómo se nos bombardea con que para que compenses el empacho a turrón, polvorones y roscón, tienes que estar una semana a base de batidos de espinacas y correr 10km todas las mañanas.

Y no solo los fraudulentos anuncios de dietas mágicas y batidos detox han hecho daño en este aspecto. Movimientos como el realfood, que realmente han generado un enorme e increíble impacto positivo en la salud de mucha gente, para muchas personas pueden haber contribuido a tener una mala relación con la comida.

No se trata de ser 100% realfood. Se trata de ser consciente de lo que se come, de tener la información necesaria para saber si es mejor o peor, y decidir si hacerlo o no según el momento o según nuestro objetivo puntual.

También la norma del 80-20 o el 90-10 (comida sana-comida basura), que nos representa como si fuésemos robots, todo lo que ingerimos fuese medible o cuantificable y pudiésemos sacar informes y estadísticas sobre los tipos de alimentos que comemos. Somos personas, con diferentes circunstancias, que además van cambiando, y es la alimentación la que debe ir adaptándose a nosotros, no al revés.

¿Qué da como resultado todo esto? Una mala relación con la comida. Comer algo y sentirte fatal después de hacerlo porque sabes que es malo. O comer algo obligándote a sentirte bien porque piensas que es sano y es lo que tienes que hacer.

Una sana relación con la comida no es eso. Una sana relación con la comida se basa en poder comer de todo lo que nos apetezca, dentro de un contexto de alimentación saludable, dándonos flexibilidad, respetando nuestros tiempos y nuestros contextos, sin martirizarnos y sin obligarse a comer algo porque “es bueno”. Si no te gusta el apio, no te obligues a comer apio. Si te gustan las digestive de chocolate, no te las niegues de vez en cuando.

Porque en el lado de la negación puede obtenerse una compensación posterior opuesta con atracones de aquello que nos prohibimos, y en el lado de la obligación a comer algo sano, puede nacer una posterior repulsa o reticencia a comer ese alimento porque no lo estamos disfrutando.

Una sana relación con la comida se basa en querer comer para nutrirte y para satisfacer tus necesidades, de gusto, de mente y de cuerpo. Come y disfruta de la comida. Cuídate, dale a tu cuerpo alimentos que te van a hacer sentir bien por dentro desde el amor a ti mismo, no desde la obligación, ni con repercusiones.

Los alimentos abarcan muchas más dimensiones que no solo la de la salud. Escucha a tu cuerpo y aliméntalo desde el amor propio, no desde la autodestrucción y el autosabotaje.

Porque no existen alimentos buenos ni malos. Un donut ultraprocesado puede ser un alimento muy sano para mi cuerpo y mi mente según el contexto en el que la tome, según la cantidad y según si estoy o no acompañada.

Porque sé que cuesta encontrar un equilibrio entre comer lo que me hace sentir bien porque estoy dándole a mi cuerpo los nutrientes que necesita para estar contento, y comer lo que le hace sentir bien a mi paladar y mi cerebro en otras ocasiones. Pero en eso estamos, en continuo aprendizaje.

Y esto se puede extrapolar en vegetarianos o veganos, que puedan martirizarse por haber consumido, a propósito o no, un alimento de origen animal.

Vengo a deciros que lo estáis haciendo lo mejor que podéis, que os cuidéis y os deis comprensión, que respetéis que todo es un proceso y que somos humanos y erramos. Al final lo importante es hacer lo que nos hace más felices, personas más sanas a nivel físico y mental.

En este caso, me gustaría recordar, que igual que reivindico mucho que se acuda al nutricionista en caso de necesitarlo, que también se acuda al psicólogo. Pues les hay especializados en el tema de la relación con la comida, el comer emocional, los atracones o la pérdida de apetito.

Este es uno de mis propósitos para el 2020, y espero que también lo sea el tuyo. Más que decir quiero comer más sano, quiero este o ese otro cuerpo. Es voy a cuidarme pero respetando mis decisiones en cada momento, aceptando que unas veces lo voy a hacer mejor y otras peor, que no todo es blanco o negro. Queriéndome, progresando y creciendo.

 


Cristina Casado
Dietista-nutricionista graduada en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad de Valladolid y especializada en Nutrición Clínica y Deportiva Vegetariana y Vegana por el Instituto de Ciencias de la Nutrición y la Salud.
Para más información o contacto puedes enviar un mail a nutricion@unionvegetariana.org

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