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SAVIA, la aldea vegana donde la ética y la armonía florecen

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SAVIA, la aldea vegana donde la ética y la armonía florecen

¿Y si te dijeran que hay un lugar donde puedes vivir en comunidad, rodeado de naturaleza, compartiendo valores, huerto y hogar con personas que, como tú, creen que los animales merecen vivir libres y en paz? Ese lugar existe y se llama Savia.

 

Savia es un proyecto de vivienda colectiva agroecológica y vegana situada en el entorno rural, un proyecto de vivienda colectiva donde el respeto por los animales no es solo una idea, sino el pilar central de la convivencia. Aquí no se consume ni se utiliza nada de origen animal, ni se recurre a los animales para ningún fin. Es una forma de vida que va más allá de la alimentación: es ética, consciente y profundamente coherente.

Pero en Savia no solo importa el veganismo. También apuestan por el decrecentismo, la sostenibilidad y la autosuficiencia. Cultivan sus propias hortalizas, reducen al mínimo la compra de productos envasados y organizan actividades, como jornadas de puertas abiertas o programas de voluntariado para compartir su visión con el mundo.

Actualmente, viven tres personas, aunque están abiertos a nuevas incorporaciones. La estancia mínima es de tres meses, como periodo de prueba, y si la convivencia fluye, te puedes quedar a vivir de forma indefinida. Cada persona tiene su propio trabajo, muchas veces teletrabajo o empleos en la zona, pero se comparten las tareas del hogar, las comidas y también los espacios de reflexión: una vez a la semana se reúnen para hablar de cómo se sienten y cómo mejorar la vida en comunidad.

Savia nació como respuesta al cansancio de lo urbano, lo individualista y lo consumista. Sus integrantes buscaban algo más simple, más humano y más conectado con la tierra. Y, sobre todo, querían hacerlo al lado de personas que compartieran un mismo compromiso con el respeto a los animales.

Si te interesa otro modelo de vida, si te cuestionas lo establecido o si simplemente quieres saber cómo se vive en una comunidad que hace del veganismo una forma de habitar el mundo, no te pierdas esta entrevista.

Aquí empieza la historia de Savia, contada por quienes la hacen posible.

 

 

Veganismo, sostenibilidad y ruralidad

¿Es fácil ser vegano en un entorno rural donde la ganadería es parte del paisaje? ¿Cómo os relacionáis con la comunidad local?

Aunque la explotación animal está totalmente normalizada en la sociedad, en el mundo rural está mucho más visible. Lo normal es tener un cerdo listo para su San Martín, unas gallinas para huevos, un perro que te guarda la finca, un burro o caballo que te siega la hierba etc. En la ciudad se participa de la explotación animal pagando a un tercero, en cambio en lo rural se practica de primera mano. Y la verdad es que es duro verlo y no poder hacer nada ya que todo es legal y está socialmente aceptado. Dicho esto, tenemos una relación con los vecinos más que buena, incluso con el alcalde del pueblo, ya que para nosotros es fundamental no ser un proyecto aislado y cerrado sino tener vínculos con la comunidad local y participar de las dinámicas comunitarias ya existentes. Para conseguir esto es necesario entender y aceptar que la explotación animal es lo normal y es lo que todas las personas han aprendido y han practicado toda su vida, por lo que nuestra forma de actuar es informando sin juicio y exponiendo nuestros valores con empatía hacia el otro.

 

¿Qué retos habéis tenido que superar al crear un proyecto vegano en un mundo que todavía no lo es? ¿Teníais referencias de otros lugares?

No existe en el mundo casi ningún proyecto de ecoaldea o de vivienda colectiva agroecológica que entienda e integre el veganismo y los valores de liberación animal en sus pilares. Es lo que nos motivó a crear Savia, la necesidad genuina de vivir en comunidad con personas veganas, apoyándonos unos a otros y volver a vincularnos con la naturaleza, teniendo un estilo de vida más sostenible y autosuficiente. De alguna forma podríamos decir que nos encontramos un poco solos, ya que los proyectos ecologistas rurales no son veganos y los proyectos veganos son urbanitas. Además es difícil encontrar personas que quieran y puedan vivir en comunidad en el rural, que sean veganas, ecologistas y que tengan un nivel de madurez personal suficiente como para gestionar la convivencia diaria.

 

Habláis de agricultura vegánica… ¿podéis explicar qué significa eso?

Fundamentalmente significa cultivar de forma orgánica (sin agrotóxicos) y vegana (sin explotación animal, es decir, sin usar animales para nuestro beneficio). Esto quiere decir que cultivamos cuidando de la tierra y fomentando la biodiversidad, con las herramientas que nos da la agricultura regenerativa, pero eliminando insumos de origen animal y eliminando el uso de animales de pastoreo entre otros. Dicho esto es importante aclarar que cultivar, sea como sea, tiene un impacto en la fauna local que no podemos evitar, como mucho podemos reducir. Por ejemplo, en muchos proyectos introducen patos domesticados como controladores de plaga de caracoles. En este caso lo que nosotros hacemos es controlar la presencia de caracoles con otras herramientas sin usar patos, de tal manera que aunque no eliminamos el impacto en los animales, lo que sí que podemos eliminar del todo es la explotación animal en los cultivos.

Cultivais alimentos e intentáis ser autosuficientes ¿Es 100% posible?

La autosuficiencia alimenticia total no es posible ni es deseable. Nos explicamos. Hay productos que no se dan en todos los terrenos ni climatologías, por ejemplo, aquí se da bien el maíz pero otros cultivos tendrían exceso de humedad. Por lo tanto nosotros apostamos por incrementar la autosuficiencia alimenticia, no sólo produciendo hortalizas sino también elaborando productos procesados como nuestro propio tofu o nuestro propio seitán, pero entendiendo que muchas cosas no las podemos ni queremos producir y se las compramos a otros. Por ejemplo, las legumbres se las compramos al Rincón del Segura, un proveedor ecológico nacional que nos suministra en formato sacos de 25 kilos de papel.

 

¿Cómo se toman las decisiones importantes en Savia? ¿Tenéis algún sistema de gobernanza propio?

Las decisiones las tomamos buscando consensos en la medida de lo posible y teniendo las opiniones de todos en cuenta. Pero la verdad es que el nivel de decisiones que se toma es bajo, sobre todo desde que separamos la vivienda compartida, de la estructura de la huerta. Es decir, que puedes vivir en Savia sin pisar la huerta si no quieres, lo que disminuye mucho los conflictos. Al no compartir trabajo y no tener una economía colectiva nuestras decisiones diarias son de poco calado, lo que facilita la convivencia. Para nosotros es muy muy muy importante vivir en paz y felices, y no queremos convertir nuestra vida en un conflicto contínuo. Diseñar un sistema de convivencia fácil, en el que el riesgo de conflicto sea bajo, es clave para nosotros, por eso, hemos apostado por un sistema de economía y trabajo individual, en un marco de vivienda comunitaria.

 

¿Qué ocurre cuando hay desacuerdos? ¿Se puede discutir en armonía?

La armonía en los desacuerdos depende mucho del trabajo personal y con las herramientas de las que cada uno disponga. Es necesario una actitud de empatía con las necesidades del otro, una proactividad en la resolución de conflictos y disponer de habilidades de comunicación para trasladar tus emociones y necesidades de forma efectiva. En Savia usamos la “Comunicación No Violenta”, un sistema de gestión del conflicto desarrollado por Marshall Rosenber en los 80, por el cual se elimina el juicio y la crítica al hablar y al escuchar al otro. Este sistema no sirve para conseguir lo que uno quiere, sino simplemente para crear un clima de conexión entre las partes para que las necesidades y emociones de todos sean tenidas en cuenta.

 

¿Qué habéis tenido que dejar atrás para convivir en comunidad de forma sana?

Para vivir en comunidad es fundamental dejar atrás el hecho de querer tener siempre la razón y que todo sea exactamente como a tí te gusta. Tolerar la diferencia y aceptar un cierto grado de disconfort es clave. Es fundamental tener el coraje de cuando te sientes mal o cuando no estás de acuerdo en algo ser capaz de comunicarlo de forma asertiva. Cuando hay un conflicto es clave ser capaz de sentarse a hablar con la otra persona y resolverlo de la forma más efectiva y rápida posible, dejando el victimismo y la culpabilización atrás, poniendo el bien común en el centro de la mesa.

 

¿Qué os ha sorprendido más (para bien o para mal) de vivir en colectivo?

Lo más bonito y a la vez el mayor reto de vivir en colectivo es comprender que cada individuo tiene sus expectativas, sus miedos, sus deseos, sus necesidades, sus emociones, y todas son respetables. Es necesario aprender a encontrar equilibrios, crear espacios donde cada persona pueda ser ella misma sin rechazar ninguna de sus necesidades, aprendiendo a la vez a marcar líneas rojas y áreas de tolerancia.

 

Puedes seguir leyendo la entrevista en el NUEVO NÚMERO DE VEGETUS, la revista vegana y gratuita de la UVE.