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Jornada Mundial por el Fin de la Pesca

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Jornada Mundial por el Fin de la Pesca

Varios billones de peces, cefalópodos y crustáceos mueren cada año como consecuencia de la pesca.

 

La Unión Vegetariana Española se ha unido a la Jornada Mundial por el Fin de la Pesca y de las granjas acuícolas (JMFP) que se celebra cada año desde 2016. En la actualidad, este acto reúne a más de 120 organizaciones de defensa de los derechos de los animales de más de 30 países de todo el mundo con un objetivo común: denunciar el especismo y exigir la abolición de la explotación de los animales acuáticos sintientes, es decir, la prohibición de las explotaciones acuícolas y de la pesca.

El problema que existe con los animales marinos es que al no forman parte de nuestro entorno terrestre, al no ser mamíferos como nosotros, como no expresan físicamente sus emociones ni gritan, estos animales son especialmente víctimas del especismo: no se parecen a nosotros, no nos identificamos con ellos ni con lo que les pueda ocurrir, subestimamos así su capacidad de apreciar el dolor o el placer, al igual que sus capacidades cognitivas y sociales. 

No nos interesan, ni ellos, ni los métodos de captura o de cría que dan como resultado el montón de cadáveres  que vemos en las pescaderías o formando parte de productos industriales.

El hecho de ser invisibilizados así a ojos de la población hace que sea más que necesaria una jornada para rechazar esta situación.

 

La pesca y sus billones de víctimas

Varios billones de peces, cefalópodos y crustáceos mueren cada año como consecuencia de la pesca.

Una gran parte de estos animales agonizan durante horas al aire libre, donde se les hiere en estado de total conciencia, o se les devuelve moribundos al mar con las heridas provocadas. Otros mueren, literalmente, explotando debido al fenómeno de descompresión que se da al sacar de las aguas profundas las redes de pesca. 

En cuanto a los animales prisioneros de la mayor parte de las explotaciones acuícolas, podemos decir que estos viven en condiciones totalmente aberrantes como parásitos, enfermedades, etc.

Los peces y los invertebrados acuáticos constituyen el 97% de los animales sacrificados para consumo humano; se calcula que cada año en el mundo mueren entre 1 y 3 billones de peces (el método de estimación de la organización FishCount se detalla en el artículo “Combien de poissons sont pêchés par an?”, Cahiers antispécistes n°34, escrito por Alison Mood); no existen datos concretos que determinen la cifra de las otras víctimas de la pesca o de la acuicultura (gambas, cangrejos, bogavantes, pulpos, sepias, calamares…), pero seguramente se encuentre alrededor de cientos de miles de millones de cefalópodos y varios billones de crustáceos.

 

 

La muerte en la pesca industrializada

La pesca industrial es extremadamente cruel y el número de víctimas es enorme. Aproximadamente un cuarto de las capturas es devuelto al mar. Un tercio se utiliza para hacer harinas o aceites de pescado que, entre otros usos, servirán para alimentar a los animales de cría, principalmente peces o crustáceos.

Este tipo de pesca supone la muerte de millones de peces cada año y para ellos la muerte no es ni rápida ni indolora.

La pesca de arrastre consiste en la persecución de un banco de peces usando una red enorme. A menudo, una cadena unida a la parte baja de la red remueve el fondo del mar para hacer que los animales salgan a la superficie. Esta técnica deja tras de sí un terreno desolado. Los peces, aterrorizados, nadan hasta el agotamiento. Amontonados en el fondo de la red, se aplastan los unos a los otros durante horas junto con piedras y materiales diversos recogidos por la red. Comprimidos de esta manera y teniendo los costados en carne viva, a veces no pueden ni respirar.

Al sacar las redes de las profundidades, la descompresión hace que sus vejigas natatorias exploten, quedando sus órganos visibles. A los peces pequeños se les mete en hielo y se les deja agonizar, asfixiándose o siendo aplastados por las siguientes capas de peces. A los más grandes se les destripa vivos. Mientras tanto, se tiran por la borda los peces no deseados que en la gran mayoría de las ocasiones están heridos.

La “sobrepesca” está acabando con el hábitat

Utilizamos el término “sobrepesca” se aplica cuando las poblaciones de peces no llegan a renovarse y su número disminuye tanto que llegan a rozar la desaparición total.

Los economistas e incluso los ecologistas hablan de “degradación de los recursos pesqueros”. De hecho, la masacre ha llegado a tomar tales proporciones que se está convirtiendo en una exterminación en toda regla.

Las poblaciones de peces “sobreexplotados” han aumentado: de un 10% en 1974 se ha llegado a un 30% en 2011. Para el 60% de estas poblaciones, el límite máximo de pesca ya se ha alcanzado. Y sin embargo, la amplitud de esta masacre está más que infravalorada: la sobrepesca ya ha exterminado completamente a varias poblaciones de peces. Y, a pesar del aumento del número de barcos y de su perfeccionamiento, las capturas no sobrepasan los 90 millones de toneladas al año desde hace 20 años. Los barcos profundizan cada vez más, capturan especies desconocidas y pescan cada vez más alevines, por lo que el número de víctimas no deja de aumentar.

La pesca es la causa de una extinción masiva de especies marinas y tiene un efecto desastroso en los ecosistemas, de manera más acusada que la contaminación, la degradación del agua o el calentamiento global. 

 

 

Los criaderos acuícolas

Según la organización Fishcount, cada año se crían y matan entre 51.000 y 167.000 millones de peces en los criaderos acuícolas. Además, cada año se crían y matan entre 250.000 y 600.000 millones de crustáceos (principalmente gambas). Más de la mitad de las gambas y el pescado que se consumen en el mundo proceden de estas explotaciones.

Además, cada año se capturan en el mar entre 460.000 y 1.100.000 millones de peces (la mitad de los cuales son anchoas peruanas y japonesas) para alimentar a los animales de los criaderos acuícolas, previa reducción en forma de harina o aceite.

Por lo tanto, estas criaderos son responsables de la matanza de entre 761 y 1867 mil millones de animales acuáticos cada año, lo que representa ⅔ de todos los animales acuáticos sacrificados cada año para el consumo humano (incluida la pesca).

Estas cifras son colosales. En comparación, según Faunalytics, el número total de animales terrestres sacrificados cada año es de 71.000 millones de animales (incluidos 69.000 millones de pollos).

Por lo tanto, los criaderos acuícolas son responsables de un número de animales muertos entre 10 y 26 veces mayor que el de los animales terrestres.  Además, ahora sabemos que los animales acuáticos afectados son sensibles, lo que significa que su sufrimiento y su vida son importantes y debemos protegerles.

 

La pesca no es necesaria

Para llevar una alimentación saludable y equilibrada no es necesario consumir pescado u otros animales para vivir. Alimentarse y nutrirse de manera sana y sin formar parte de esta masacre es totalmente posible gracias a la gran variedad de legumbres, cereales, frutas y verduras de las que disponemos. 

El hecho de esclavizar y sacrificar a otros animales para consumir su carne no es justificable.

Todas las sociedades concuerdan al afirmar que no se debe hacer sufrir ni matar a ningún animal sin necesidad. Sin embargo, al ver las atrocidades que se infligen a los peces e invertebrados acuáticos para ser consumidos y al conocer el número de víctimas que esto provoca, urge parar su explotación y exterminio. 

Si pedimos abolir la pesca y la acuicultura es para exigir justicia: como cualquier ser sintiente, estos animales deberían gozar de  derechos fundamentales: derecho a no ser privados de su libertad, a no ser torturado, a no ser asesinado.

 

 

 

 

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