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Dejemos de comer cosas para comer alimentos

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Dejemos de comer cosas para comer alimentos

 

Entrar al supermercado en estas fechas navideñas es una vorágine de carros, de productos apilados en mitad de los pasillos, de dependientas que te ofrecen comida, de alcohol, de embutidos, de paquetes, cajas y productos envueltos listos para meter en la cesta.

Es la época del todo vale. La época de ‘un trocito más’. Del ‘en enero me pongo a dieta’. del ‘más vale que sobre que no falte’. Y así un día tras otro hasta completar esta gymkana de dos semanas que van desde nochebuena hasta reyes.

Es evidente que los hábitos alimentarios han cambiado drásticamente en las últimas décadas, pero se acentúa en estas fechas. Esta estampa navideña de consumismo extremo nos lleva a la reflexión sobre lo que ponemos en nuestros platos, no solo ahora sino durante el año: ¿Estamos comiendo comida o comemos cosas?

Hoy en día, la mayoría de las personas consumen más productos ultraprocesados que alimentos frescos. Esto incluye alimentos como galletas, snacks, bebidas gaseosas y otros productos llenos de azúcares añadidos, grasas trans y sales, diseñados para ser duraderos y atractivos desde el punto de vista comercial, pero carentes de nutrientes esenciales.

Los hábitos alimentarios de las personas han cambiado significativamente, priorizando la conveniencia y el sabor inmediato por encima de los beneficios a largo plazo para la salud.

Productos atractivos y fáciles de comer

Los ultraprocesados son una bomba de sabor y textura, hechos para durar una eternidad en los estantes y engancharte, pero a menudo dejando de lado cualquier valor nutricional. La gran mayoría de llenos están llenos de aditivos y conservantes que los hacen más baratos y duraderos, pero ojo: también pueden jugarle en contra a tu salud. Por ejemplo, los azúcares añadidos en bebidas y snacks no solo son un peligro para la línea, sino que están vinculados con obesidad, problemas metabólicos y trastornos alimenticios. Además, comer estos productos con frecuencia puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, hipertensión y problemas del corazón.

Las bebidas azucaradas son otro gran problema. Refrescos, zumos de frutas y hasta las bebidas deportivas son una fuente de “calorías vacías”, esas que no nutren pero sí suman al riesgo de obesidad y diabetes. Para colmo, la publicidad las hace parecer irresistibles y están por todos lados, sobre todo al alcance de jóvenes y personas en situaciones más vulnerables. Aunque hay medidas como impuestos a estas bebidas, su impacto todavía deja dudas y depende mucho del lugar.

Mientras tanto, los alimentos frescos como frutas, verduras, legumbres y granos enteros han ido perdiendo espacio en nuestra dieta. Cada vez se eligen menos porque lo rápido y práctico parece ganar la partida. La falta de tiempo, poca información sobre nutrición y, en algunos casos, el difícil acceso a productos frescos son factores clave. Supermercados y cadenas de comida rápida también tienen su parte: ofrecen opciones baratas y fáciles, pero que muchas veces son un tiro al pie cuando hablamos de salud.

 

¿Por qué nos cuesta tanto comer bien?

Comer de forma saludable puede parecer complicado en el mundo actual, y las razones son muchas. Para empezar, la falta de tiempo es uno de los principales obstáculos. El ritmo de vida acelerado nos deja poco margen para planificar, comprar y cocinar comidas frescas, y los ultraprocesados, rápidos y convenientes, se convierten en la opción más tentadora.

Además, la publicidad masiva de estos productos los hace aún más atractivos, mientras que su amplia disponibilidad y bajo costo los posicionan como una solución inmediata. Aquí es donde entra otro factor importante: la clase social. En muchas ocasiones, los alimentos frescos y de calidad pueden ser más caros o menos accesibles para las personas de bajos ingresos, quienes recurren a opciones más baratas y prácticas, como los ultraprocesados.

Esta realidad crea una brecha en la alimentación, donde el acceso a una dieta balanceada se convierte en un privilegio, más que en un derecho universal.

A esto se suma el desconocimiento sobre nutrición. Muchas personas no tienen claro cómo armar una dieta equilibrada y subestiman los riesgos de una alimentación basada en ultraprocesados. Para colmo, las etiquetas confusas y el marketing engañoso de algunos productos dificultan tomar decisiones informadas, como ‘light’ o ‘bajo en grasa’.

Por último, hay un factor cultural y de costumbre. Desde pequeños, muchas personas crecen consumiendo alimentos ultraprocesados como parte de su rutina diaria, lo que hace que estos hábitos sean difíciles de cambiar en la vida adulta.

Aunque consumir ultraprocesados de vez en cuando no tiene por qué ser un problema, el verdadero desafío es evitar que se conviertan en la norma. Para lograrlo, es clave fomentar hábitos como la planificación de comidas, la educación nutricional y la elección de snacks más simples y naturales. También es esencial presionar por políticas públicas que regulen el acceso y la publicidad de estos productos, y que garanticen un acceso más equitativo a alimentos frescos y de calidad.

Comer bien no tiene que ser complicado, pero requiere un esfuerzo colectivo que nos permita construir una relación más sana con los alimentos, sin importar el contexto económico o social de cada persona.

 

El cambio es necesario


Hoy en día, mucha gente está comiendo cosas que parecen comida, pero que en realidad no nutren ni al cuerpo ni al alma. ¿El resultado? Más obesidad, problemas metabólicos y un sistema inmunológico que no da la talla cuando hay que enfrentar enfermedades.

Está claro que algo tiene que cambiar.

Necesitamos comer más alimentos frescos, reducir el bombardeo publicitario de los ultraprocesados y aprender un poco más sobre nutrición. Saber los beneficios de una dieta equilibrada y cocinar más en casa puede ser un gran paso para que tomemos mejores decisiones a largo plazo. Además, debemos hablar más de los riesgos de los ultraprocesados si queremos una cultura alimentaria más sana.

El cambio hacia los ultraprocesados y el abandono de los alimentos frescos es un reto enorme como sociedad.

Cambiar de rumbo requiere que gobiernos, empresas y nosotros, los consumidores, trabajemos juntos para fomentar una manera de comer más consciente y balanceada, pensando en el bienestar a futuro.

Fuentes: Alimentos ultraprocesados: lo que dos estudios masivos revelan sobre sus efectos en la salud. https://www.bbc.com/mundo/noticias-48460067