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Alimentación vegetariana y vegana también en la infancia y adolescencia

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Alimentación vegetariana y vegana también en la infancia y adolescencia

lo que debe quedar meridianamente claro es que existen poderosas razones por las que es moralmente rechazable seguir usando a los animales para alimentarnos

 

Vivimos en un auge de la alimentación vegetariana y vegana. El número de personas que en nuestro país han adoptado este patrón alimentario según la reciente encuesta de The Lantern en 2023 arrojaba el resultado de un 1,7% de vegetarianos y un 0,7% de veganos. A fecha de hoy, no tenemos cifras en la infancia y adolescencia, pero es lógico pensar que este porcentaje creciente engloba a familias en las que todos o algún miembro es vegetariano.

 

Si bien el movimiento vegetariano, en su expansión, comienza a ser aceptado socialmente, y cada vez hay más locales y centros adaptados a ellos, sigue existiendo cierta resistencia cultural a normalizarlo como una opción más dentro de una sociedad plural y libre, como demuestran tantos chistes y memes que circulan.

 

Sin embargo, el que haya niños, niñas y adolescentes vegetarianos y veganos es un asunto complejo, donde los prejuicios pueden jugar un papel determinante en nuestra valoración. El sistema cultural dominante (descrito brillantemente por la profesora Melanie Joy con el término de carnismo) genera una resistencia muy notable para que los menores adopten este tipo de alimentación. Se asumen las premisas de que comer carne es normal, natural y necesario, pero no se hace una reflexión crítica acerca de si, más allá de los prejuicios, esto es correcto desde el punto de vista científico o moral.

 

Como profesional del ámbito de la salud que atiende a la infancia y adolescencia, acompañar a las familias vegetarianas siempre ha sido un reto que me ha obligado a profundizar tanto en los criterios científicos para ponderar y resolver sus dudas, como en las bases filosóficas para comprender las razones que subyacen a esa decisión.

 

 

Alimentación Vegetariana en la infancia y adolescencia: estado del conocimiento científico actual

Tras analizar las publicaciones científicas más reciente y de mejor calidad, se pueden extraer varias conclusiones.

 

La principal, es que son necesarios más estudios, con un mayor número de participantes, con grupos más definidos y con un seguimiento más prolongado, para poder extraer unas recomendaciones más robustas desde el punto de vista científico.

 

Sin embargo, con la información disponible a fecha de hoy, una alimentación vegetariana o vegana bien planificada y suplementada, puede ser compatible con un desarrollo normal en cualquier etapa de la vida, desde el embarazo y lactancia hasta la adultez, tal y como afirma la Academia Americana de Nutrición en su posicionamiento de 2016.

 

Es importante señalar este punto de la planificación y suplementación, porque de lo contrario el potencial riesgo para la salud de los seres humanos, máxime en un periodo de gran vulnerabilidad como lo es la infancia y adolescencia, es real, y por ello hay sociedades científicas como la Sociedad de Nutrición Alemana o la Sociedad Italiana de Pediatría Preventiva y Social la desaconsejan.

 

En el otro bando, las sociedades de países anglosajones como la mencionada Academia Americana de Nutrición, la Sociedad Canadiense de Pediatría o la Fundación Británica para la Nutrición defienden que, si están bien planificadas y suplementadas, pueden ofrecer todos los aportes y nutrientes necesarios en la infancia o adolescencia.

 

Por ello, quisiera subrayar la necesidad de la suplementación, especialmente de vitamina B 12, en cualquier modalidad de dieta vegetariana que se siga; y es muy importante monitorizar otros problemas individualmente como pueden ser el hierro, el calcio o la vitamina D. Existen suplementos veganos en el mercado que pueden ayudar a mantener la salud en buena forma sin sacrificar los principios éticos. Y recordar que una adecuada planificación y un correcto seguimiento por profesionales sanitarios del crecimiento y desarrollo de los niños son claves para que la salud no se vea comprometida.

 

 

¿Por qué deberían ser vegetarianos o veganos los niños?

Se dice que los niños tienen mucha afinidad por los animales; basta mirar el número de juguetes en sus casas para darse cuenta de que forman parte de su interés y del cariño que muchas veces le procesan. Sin embargo, antes de que sean plenamente conscientes, ya han comenzado con el consumo de carne, por lo que normalizan esta conducta que aparentemente entra en contradicción con sus preferencias.

 

Al mismo tiempo, niños y animales no humanos forman parte de los márgenes de la sociedad. No tienen la consideración de seres humanos adultos capaces y, por lo tanto, se les deniegan en muchas ocasiones unos derechos y una protección de las que deberían gozar.

 

Desde que en el siglo XIX se salvó a la niña Marie Ellen del maltrato de sus padres gracias a la legislación animal, los derechos de la infancia guardan conexión con los derechos de los animales no humanos.

 

Por todo ello, es legítimo preguntarse cómo podrían devolverles los niños a los animales el favor que una vez ellos le otorgaron. Y dado que los datos científicos podrían avalarlo, la adopción de una alimentación vegetariana y vegana podría ser una opción razonable.

 

Más allá de la cuestión de la salud, y del importante impacto ambiental del cambio a una dieta vegetariana (se reducirían 1,5 veces las emisiones con una dieta vegetariana y hasta 2,1 veces con una vegana), la motivación principal de quienes se vuelven veggies es la ética.

 

¿Cuáles son las razones éticas para volverse vegetariano?

 

Existen muchos enfoques éticos para defender una alimentación que no implique la muerte, el maltrato o el sufrimiento de los animales no humanos.

En Oriente, la cultura de la ahimsha (no violencia) ha hecho que personas de las tradiciones hinduista, budista y jainista rechacen el consumo de carne. Pero también en Occidente en el pasado existieron comunidades como la de los pitagóricos.

Pero el movimiento animalista contemporáneo occidental realmente irrumpe con fuerza gracias a Peter Singer, profesor de filosofía de Princeton, que publicó el ya clásico libro de Liberación animal (1975). Para Singer, lo relevante desde el punto de vista moral no es la pertenencia a una especie o la capacidad para razonar, sino si puede sufrir o no. Este enfoque, que se denomina utilitarista, es muy práctico e intuitivo. Para ponderar si una acción es ética o no, hay que centrarse en las consecuencias de nuestros actos y balancear el total de felicidad que produce frente al sufrimiento que genera. Con todo, el enfoque utilitarista, aunque tiene un fundamento inicial sencillo, no está exento de críticas.

 

 

Al mismo tiempo, Singer fue quien acuñó el término especismo, con el que señalaba la discriminación por motivos de especie. Para este profesor, es de una gran indigencia intelectual sostener la superior dignidad de todos los humanos aduciendo a capacidades (raciocinio, memoria, lenguaje, …) que no todos los seres humanos poseen (por defectos congénitos al nacimiento, enfermedades o accidentes), y, al mismo tiempo, denegárselas a animales no humanos con capacidades similares. Y es muy importante entender este razonamiento bien (no siempre se ha entendido bien a Singer), aunque implique tener que reevaluar nuestras ideas de superioridad sobre otros animales. No se está rebajando la dignidad o el valor de los seres humanos, sino que hace un llamamiento a no tratar como medios u objetos a los animales no humanos.

 

Pocos años después, el profesor Tom Regan, realizó un enfoque diferente con su libro En defensa de los derechos de los animales (1983). En vez de centrarse en las consecuencias de nuestras acciones para poder determinar lo morales que son, para Regan lo relevante moralmente son nuestras motivaciones o las normas éticas que nos impulsan a ejecutarlas.

 

En ese sentido, Regan habla que los individuos (incluidos los animales) tienen un valor intrínseco. Es decir, tienen valor en sí mismo, no por lo útiles que son, o por el conjunto de preferencias o placeres que pueden experimentar. Y este valor es inconmensurable: no puede medirse.

 

Esto nos lleva a una de las ideas centrales de Regan. Regan establece que, al menos los mamíferos y las aves de más de un año, son sujetos de una vida. Un sujeto de una vida es un individuo que tiene creencias, memoria, deseos, sentido de futuro, una vida emocional compleja, una identidad psicofísica estable en el tiempo, y una capacidad para iniciar acciones para perseguir su bienestar. Sin embargo, se ha aducido que estas atractivas ideas del profesor son poco claras y endebles para fundamentar una legislación sobre derechos de los animales.

 

Intentando resolver las deficiencias de ambas teorías, la ética de las capacidades, que se basa en una tradición filosófica que persigue objetivos económicos y políticos, presenta su propuesta de igualar no unas utilidades o unos beneficios sino unas capacidades básicas. La profesora Martha Nussbaum, una de sus figuras centrales, destaca que para fundamentar en una sociedad liberal una justicia social genuina se deberían incluir al resto de animales.

 

No obstante, Nussbaum señalará que las capacidades básicas difieren en función de la especie y que en su relación con el bienestar de los seres humanos pueden surgir conflictos trágicos (por ejemplo, se plantea si es ético menoscabar el bienestar humano acabando con la experimentación animal). Y, sin embargo, uno de los puntos fuertes de la ética de las capacidades es que, al ser una tradición con fuerte orientación política, permite de forma clara jerarquizar y priorizar las acciones públicas para acabar con el sufrimiento de los animales no humanos. Por ejemplo, favoreciendo el consenso social para la eliminación de las macrogranjas o de los textiles de origen animal.

 

A modo de conclusión

En nuestra sociedad posmoderna, apenas tenemos herramientas para poder determinar qué teoría ética es claramente superior a otras. Unas tienen unos puntos más fuertes que otras, y no necesariamente tienen por qué ser excluyentes. Sin embargo, lo que debe quedar meridianamente claro es que existen poderosas razones por las que es moralmente rechazable seguir usando a los animales para alimentarnos. Máxime, cuando a nivel científico podemos garantizar, si está correctamente planificada y suplementada, que las dieta vegetariana y vegana son adecuadas para la salud en cualquiera de las etapas del ciclo vital de los seres humanos.

 

 

 

 

Rafael Martínez de la Ossa Sáenz-López.

Pediatra de Atención Primaria. Máster en Bioética.

 

Puedes ver el artículo en VEGETUS, la revista vegana de la UVE