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Ecofeminismo: La lucha de las mujeres por un planeta más sostenible

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Ecofeminismo: La lucha de las mujeres por un planeta más sostenible

en lugar de ver al planeta como una fuente inagotable de recursos o a las personas como piezas de una maquinaria productiva, el ecofeminismo nos invita a valorar la vida en todas sus formas, creando sistemas donde las necesidades humanas y la salud de la Tierra puedan convivir en equilibrio.

 

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es una fecha para conmemorar y reflexionar sobre los avances y desafíos en la lucha por la igualdad de género.

En este contexto, no solo se reivindican derechos laborales, sociales y políticos, sino también otros aspectos en los que las mujeres juegan un papel crucial. Por ello, hay que poner la mirada en un aspecto menos conocido pero igualmente relevante: el papel de las mujeres en la defensa de la naturaleza y la ecología.

Es cierto que las mujeres tienen una fuerte representación en movimientos antiespecistas y ecologistas. Esto se debe a una conexión histórica y filosófica que muchas feministas establecen entre la opresión de las mujeres y la explotación de la naturaleza y de los animales. En los movimientos de derechos animales, los estudios de género y el feminismo, existe una línea que relaciona el patriarcado con un sistema de dominio que no solo somete a las mujeres, sino también a los animales y a la naturaleza, vistos como elementos de consumo y control. Autoras como Carol J. Adams y colectivos ecofeministas argumentan que la opresión de los animales y la naturaleza está vinculada con la opresión de las mujeres a través de la objetificación y explotación común en las sociedades patriarcales y capitalistas.

 

En el contexto ecologista, esta conexión se manifiesta en un mayor liderazgo y activismo de las mujeres, especialmente en movimientos contra el extractivismo (extracción de recursos es el proceso de extracción de recursos naturales y materias primas de la tierra para vender en el mercado mundial) y la explotación del medio ambiente. En muchas regiones, como América Latina, las mujeres lideran la defensa del territorio, ya que son quienes suelen estar más implicadas en los cuidados y, por tanto, más conscientes de los daños ambientales directos. En esta lucha, ellas no solo se enfrentan a los impactos ecológicos, sino también a un sistema patriarcal que les ha relegado a papeles de apoyo, lo cual fortalece la correlación entre la lucha de las mujeres y la defensa de la vida y el planeta.

 

Por tanto, en la protección de los derechos de los animales como en la defensa de la ecología, las mujeres no solo están presentes, sino que suelen liderar estos movimientos, aportando una perspectiva ética y de justicia social que es central en el ecofeminismo.

 

 

¿Qué es el ecofeminismo?

El ecofeminismo, es un movimiento que vincula las luchas feministas con el respeto y la protección de nuestro planeta, nos invita a repensar la relación de las mujeres con el entorno natural y su protagonismo en la sostenibilidad. Su fundamento es simple, pero profundamente revolucionario: entender que la opresión de las mujeres y la destrucción de la naturaleza no son fenómenos aislados, sino que están ligados a un sistema patriarcal y capitalista que valora el poder, el control y la explotación. Desde esta perspectiva, el ecofeminismo sostiene que liberar a las mujeres y proteger al planeta son dos caras de la misma moneda.

 

El concepto nació en la década de 1970, en un contexto de movilización social y crisis ambiental, y fue Françoise d’Eaubonne quien lo introdujo formalmente en su obra ‘Le Féminisme ou la Mort’ (1974). En ella, esta filósofa francesa invitaba a una “revolución ecofeminista” que denunciara la explotación de la naturaleza y las mujeres, y promoviera en su lugar un sistema de respeto y cuidado mutuo. En palabras de d’Eaubonne, la necesidad de cambiar la estructura social para evitar la devastación de la naturaleza no es solo una cuestión de supervivencia ambiental, sino también de justicia social y de género.

Con el tiempo, otras pensadoras han sumado sus voces al ecofeminismo, ampliando y diversificando sus ideas y prácticas.

A nivel global, una de las referentes más influyentes es Vandana Shiva, activista india que desde los años 80 ha trabajado en defensa de la biodiversidad y los derechos de las comunidades rurales, particularmente de las mujeres, quienes son las primeras afectadas por la pérdida de tierras y la privatización de recursos naturales. Shiva denuncia la expansión de la agroindustria y la lógica de mercado que explota a la naturaleza y a las mujeres para maximizar beneficios, y aboga por un modelo que reconozca el valor de los saberes tradicionales y el cuidado de los ecosistemas como pilares de la sostenibilidad.

 

En España, una figura central del ecofeminismo es Marta Tafalla, filósofa y profesora universitaria, quien en sus trabajos expone cómo la crisis climática y de biodiversidad también es, en su raíz, una crisis ética. Tafalla argumenta que la visión antropocéntrica, que coloca al ser humano por encima de todas las especies, fomenta una actitud de dominación que resulta destructiva tanto para el planeta como para los propios seres humanos. Tafalla sugiere un cambio cultural en el que las personas dejen de verse como “propietarios” de la naturaleza y en su lugar, se asuman como parte de un sistema interdependiente, en el que la preservación del entorno no es opcional, sino una responsabilidad compartida.

 

Qué objetivos persigue

El ecofeminismo plantea varias ideas clave que desafían la manera en que las sociedades modernas entienden el progreso, el bienestar y el consumo.

Por un lado, se basa en la crítica al sistema económico actual, que prioriza la acumulación de riqueza y la explotación de recursos naturales sin considerar los impactos negativos, especialmente en las comunidades vulnerables y en los ecosistemas. Propone un modelo de “decrecimiento”, reduciendo el consumo y la producción desenfrenada para aliviar la carga sobre el planeta y redistribuir los recursos de manera justa, viendo la reproducción como una elección consciente, considerando el impacto ambiental y social que conlleva.

El ecofeminismo va más allá del ambientalismo tradicional al incluir la perspectiva de género y el trabajo de cuidados como parte central de la sostenibilidad. Autoras como Marta Tafalla sostienen que el trabajo de cuidados, históricamente asumido por las mujeres y esencial para la vida humana, ha sido invisibilizado. Para el ecofeminismo, esta labor debe valorarse y redistribuirse como una parte fundamental del tejido social y la economía, pues sin ella no es posible la vida en comunidad ni el desarrollo humano sostenible.

Otro objetivo clave es desafiar la visión antropocéntrica, que sitúa al ser humano en el centro y la naturaleza como recurso explotable. En su lugar, el ecofeminismo promueve una ética de coexistencia, defendiendo que la vida en todas sus formas merece respeto. Además, defiende una economía de sostenibilidad que limite el consumo y el crecimiento y promueve una relación de respeto con los ecosistemas, abogando por una cultura que valore lo comunitario sobre lo individualista.

Esta perspectiva sugiere un cambio de paradigma, que impulsa a pasar de una cultura de consumo individualista hacia una de respeto y cooperación comunitaria.

En el contexto del 8 de marzo, el ecofeminismo se torna especialmente relevante, ya que une la igualdad de género con la sostenibilidad ambiental. Ambas luchas demandan una profunda reconfiguración de prioridades y valores: en lugar de ver al planeta como una fuente inagotable de recursos o a las personas como piezas de una maquinaria productiva, el ecofeminismo nos invita a valorar la vida en todas sus formas, creando sistemas donde las necesidades humanas y la salud de la Tierra puedan convivir en equilibrio.

 

 

¿Tiene cabida el veganismo en el ecofeminismo?

El veganismo se ha convertido en una parte fundamental del feminismo y la ecología, ya que refuerza los principios de justicia social y ambiental. Tanto el ecofeminismo como el feminismo en general, han criticado cómo los sistemas patriarcales y capitalistas explotan a las mujeres, los animales y la naturaleza. En este contexto, el veganismo es una extensión natural de la lucha por la igualdad de género y la protección del medioambiente.

El ecofeminismo sostiene que la opresión de las mujeres y la explotación de los animales y el planeta están conectadas, por lo que el veganismo se presenta como una forma de defender los derechos de los animales como parte de un enfoque más amplio que también busca la justicia social y ambiental. Esta perspectiva desafía el modelo de consumo y producción que explota tanto a las personas como al medioambiente para el beneficio de unos pocos.

Además, el veganismo y el feminismo coinciden en la importancia de los cuidados. Las mujeres han sido históricamente las encargadas del trabajo de cuidados, que sostiene la vida humana, mientras que las industrias de productos animales contribuyen significativamente a la degradación ambiental. Al adoptar una dieta vegana, no solo se protege a los animales, sino que también se lucha contra las injusticias que afectan a las mujeres y las comunidades más vulnerables, quienes suelen ser las más afectadas por la crisis climática y la explotación ambiental.

 

Cabe añadir, que tanto el feminismo como la ecología critican el modelo de producción y consumo en el que vivimos, que genera profundas desigualdades sociales y desregula los ecosistemas. En este sentido, el decrecimiento, promovido por estos movimientos, propone una alternativa basada en la cooperación, el respeto mutuo y la sostenibilidad. La idea es crear un mundo más justo y equilibrado, en el que se valore más la calidad de vida que la cantidad de bienes materiales. El veganismo refuerza esta visión, ofreciendo una forma tangible de vivir de acuerdo con estos principios, al reducir nuestra huella ecológica y contribuir a la lucha por la justicia social y ambiental​.

 

Finalmente, el veganismo, el feminismo y la ecología ofrecen una visión integradora del mundo, en la que se busca un futuro en el que las relaciones entre las personas, los animales y la naturaleza se basen en la equidad, el respeto y la cooperación. Esto no solo responde a una necesidad urgente de transformar nuestras formas de consumir, sino también a la creación de una sociedad más empática y consciente de los efectos que nuestras acciones tienen en el planeta y en los demás seres vivos.

 

Por lo tanto, un enfoque ecofeminista (y vegano) nos ofrece una perspectiva de cambio que no solo busca la justicia para las mujeres, sino también para todos los seres que habitan el planeta. En un contexto tan significativo como el Día de la Mujer, el ecofeminismo nos recuerda que las luchas por la igualdad y la protección del medio ambiente están intrínsecamente unidas, y que solo mediante la colaboración y el respeto podemos construir un futuro sostenible y justo.

Este y otros artículos están disponibles de manera gratuita en nuestra revista VEGETUS.

 

Fuentes de consulta:

  • Liderazgo femenino en el activismo antiespecista y ecologista (El Salto Diario).
  • Mujeres, ecologismo y antiespecismo (La Revista Solidaria).
  • Ecofeminismo y animalismo: vínculos entre patriarcado y explotación de animales y naturaleza (Territorio y Feminismos).
  • D’Eaubonne, Françoise. *Le Féminisme ou la Mort*. Paris: Pierre Horay, 1974.
  • Shiva, Vandana. *Staying Alive: Women, Ecology and Development*. London: Zed Books, 1989.
  • Tafalla, Marta. “Ecofeminismo, ética y sostenibilidad”. *El Salto Diario*, 2020.
  • Pikara Magazine. “La población humana debería decrecer y el camino es tener menos hijos”. Publicado el 14 de noviembre de 2022.
  • El Salto Diario. “Entrevista a Yayo Herrero: el gran reto es generar diferentes formas comunitarias en culturas absolutamente individuales”. Publicado el 8 de noviembre de 2022.