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¿Cómo hago que a mi niño le gusten las verduras?

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¿Cómo hago que a mi niño le gusten las verduras?

Esta parece la eterna lucha, ¿por qué a los niños no les gustan las verduras? ¿Qué fue antes, el niño que odia la verdura o la verdura que odia al niño? No sabemos muy bien.

Lo que sí sé, es que los pequeños siguen el ejemplo de quien los cría. Así que primero habría que preguntarse: ¿tú, que estás leyendo esto y estás tal vez, al cuidado de un niño, comes suficiente verdura?

Habría que ver qué le parece suficiente a según quién. Suficiente para el ser humano se considera que la verdura y fruta en conjunto, pero sobre todo la verdura, debería ser la base de nuestra alimentación. Y no, no los carbohidratos como el pan, pasta o arroz. En la pirámide de alimentación Australiana puede verse claramente. Aparecen incluso las legumbres en esta base.

 

Suficiente verdura significa que al menos en comida y cena consumas  una buena ración, que debería suponer la mayor cantidad de comida del plato. La mitad si se trata de un plato llano, y un primer plato hondo lleno si la preparación es en forma de sopa o puré.

Si un niñx no ve a su madre o su padre con verdura en el plato, y disfrutando de la misma, ¿qué os hace pensar que le va a apetecer comerla? Entonces empecemos por el principio y eduquémonos a nosotros mismos primero.

Bien, si ya nos hemos revisado como cuidadores, y a pesar de esto vemos que existe reticencia a algunas verduras, o a todas en general, entonces es momento de ponerse a aplicar los siguientes 10 consejos:

 

1.La presentación y el cocinado de las verduras. Si están sosas, aguadas, demasiado blandas y cocinadas o de apariencia poco estética y con colores apagados, serán poco apetecibles. Si a los adultos nos llama la atención una buena presentación, a los pequeños aún más. Además, tengamos en cuenta que sobre todo al principio, prefieren aquellas de sabores más suaves y dulces, como la zanahoria, patata, boniato, brócoli o calabacín.

 

2. Tamaño y mezclas de verduras. Por lo general es preferible no mezclar muchos tipos de verduras en un mismo plato, a no ser que sea en forma de puré. De verduras enteras, como mucho dos tipos por ingesta, y les suele gustar más si es monocromática.  Por otro lado, les llama mucho la atención los formatos “mini” de verduras, como las mini zanahorias, las mini mazorcas de maíz, los cherrys, o los palitos de pepino.

 

3. Diferentes preparaciones respetando sus gustos. Si una verdura no le gusta, prueba diferentes preparaciones de la misma. A lo mejor no le gusta cocida pero sí asada. 

Otra opción es servirla con otro alimento que sepamos le gusta mucho. Para ello, primero asegúrate de conocer bien sus gustos, y ten en cuenta que pueden ir variando a lo largo del tiempo.

 

4. En el caso de que no haya manera de que le guste una verdura o que coma poca cantidad, existen formas de “esconderla” y que tome un poco más sin darse cuenta.

  • Batidos de frutas en los que añadir alguna cantidad de verdura. Se puede aprovechar para incluir vegetales crudos, que es lo que más les suele costar tomar. Eso sí, sin olvidarnos de cuidar el color final (algo verde con algo rosa/rojo va a dar como resultado un color marrón/gris).
  • Verduras ralladas o trituradas en salsas de tomate, boloñesa, canelones… Lo que mejor funciona son la zanahoria, champiñones, pimiento rojo, la cebolla y el apio.
  • Purés con sabor queso (levadura nutricional). Para que los purés se acepten mejor, es preferible hacerlos por colores, evitando mezclar naranjas o rojos con verdes. Así, podremos ir rotando entre puré de zanahoria, calabacín, espinacas, calabaza, guisantes, puerros, pimiento rojo, lombarda….
  • Postres con legumbres. Como un brownie de frijoles o unas galletas de garbanzo.
  • Otras opciones: Mini-pizzas de calabacín, brownie de boniato o calabaza, pizza de base de coliflor o alitas de coliflor, muffins rosas de remolacha, helado de plátano congelado y remolacha…

 

5. No obligues ni castigues con verdura. Ni en general con ningún alimento, ya que se crea una asociación de rechazo. Pasa lo mismo al contrario. Se debe evitar premiar con alimentos poco saludables ya que en ninguno de los casos estamos promoviendo una buena relación con la comida. La comida no es premio ni castigo, solo está ahí para nutrirnos.

 

6. Preparaciones respetando el clima y las estaciones. Purés y sopas en invierno, cremas frías, gazpachos y crudités o ensaladas en verano.

 

7. Promueve su implicación. Si ellos mismos elijen la verdura que quieren comer, en casa o en el supermercado o frutería, estarán más predispuestos a probarla. Y si participan en su preparación, mejor aún, porque será algo suyo y crea valor. Siempre bajo supervisión y solo en tareas que no requieran un cuchillo afilado o calor, adaptado a la edad y experiencia. 

Asimismo, explicarles por qué es importante que coman esta o aquella verdura puede ayudar a concienciarles y que salga de ellos mismos el comerla.

 

8. Dar buen ejemplo como progenitor, aunque ya lo he dicho y es de hecho lo más importante. Mandar mensajes positivos desde que son pequeños con respecto a la verdura y a la comida sana en general, es la clave para que les guste desde el principio. El típico “mmmm qué bueno!” es sencillamente útil.

 

9. Enfoque lúdico. Crear dibujos divertidos con las verduras o frutas es una opción para hacer más positivo el momento de la comida, ayudando a despertar la curiosidad y establecer una relación sana con la comida. Algunos ejemplos son presentar una mandarina en forma de sol, ponerle ojos a un brócoli o coliflor con aceitunas negras, y en general cualquier plato con el que se pueda crear una carita feliz, o un juguete que le guste mucho como un tren (simplemente poniendo la fruta o verdura en fila).

 

10. Educar al paladar en comida real. Este es el último punto y es también clave. Los ultraprocesados siempre van a ser más sabrosos que la comida real, ya que están diseñados para ello. Por tanto si, desde pequeños se les ofrecen continuamente, van a desarrollar menor afinidad por la comida real, ya que esta tiene sabores menos intensos. Esto hace que los niños no reconozcan los sabores dulces de la fruta, o que unas verduras salteadas les parezcan sosas después de comer gusanitos. Los ultraprocesados se pueden consumir, pero de forma ocasional, nunca deben desplazar a la comida real en el día a día.

 


Cristina Casado
Dietista-nutricionista graduada en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad de Valladolid y especializada en Nutrición Clínica y Deportiva Vegetariana y Vegana por el Instituto de Ciencias de la Nutrición y la Salud.
Para más información o contacto puedes enviar un mail a nutricion@unionvegetariana.org

 

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