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Planeta Vegano, una tienda con alma antiespecista

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Planeta Vegano, una tienda con alma antiespecista

al final decidimos montar un espacio de encuentro, de difusión, en el que la gente afín o quienes estuvieran interesados en el veganismo, pudieran adquirir productos sin sospecha y sin la necesidad de tener que perder tiempo leyendo o descifrando etiquetas’.

 

Situada en el madrileño barrio de Lavapiés, desde hace 14 años se encuentra Planeta Vegano, la primera tienda de alimentación 100% vegetal que abrió en España. 

 

Este rincón se ha convertido en todo un icono de resistencia y un espacio vegano seguro para aquellas personas que buscan no solo seguir una alimentación que respete la vida de los animales, sino también un trato amable, cercano, un local auténtico que rezuma las bases del movimiento antiespecista.

 

Mayte y Frytz están detrás del mostrador de esta tienda desde aquel primer día que abrieron con ilusión. Ella de profesión administrativa, dio el paso hacia el veganismo el 1 de enero de 2008. Él, diseñador gráfico y vegano ‘desde que me independicé intelectualmente de las imposiciones familiares, allá por 1987’. 

 

La idea de montar una tienda vegana a finales del 2009 (cuando esta comunidad era ínfima en este país), se forjó ante un momento de crisis económica mundial, donde esta pareja fue abocada al desempleo, decidiendo así emprender algo juntos. 

 

‘Queríamos que abarcara nuestro estilo de vida’, recuerda Frytz, ‘barajamos varias ideas y al final decidimos montar un espacio de encuentro, de difusión, en el que la gente afín o quienes estuvieran interesados en el veganismo, pudieran adquirir productos sin sospecha y sin la necesidad de tener que perder tiempo leyendo o descifrando etiquetas’.

 

A pesar de que no sabían por dónde empezar, pues en España no existían tiendas veganas ni tampoco pudieron copiar este modelo de negocio de otros países, ambos tomaron la valiente decisión de emprender.

 

La apertura llevó varías semanas de preparativos, organizando los productos por categorías en las estanterías con mucho mimo y cuidando cada detalle. Fue un miércoles a las 16 horas. Cuando llegó la hora de arrancar el papel que ocultaba el escaparate, un pequeño atisbo de terror se cruzó en sus mentes temiendo que el negocio no funcionara, que el veganismo no pudiera ser lo suficientemente rentable para hacer frente a los préstamos y a las deudas. El miedo al fracaso les invadió, pero esa misma tarde la caja se cerró con 180 €, registrando en sus caras una gran sonrisa.

 

El futuro de Planeta Vegano comenzaba a dar sus primeros pasos hacia un largo camino.

 

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