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Volverse vegano, ¿para salvar el planeta?

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Volverse vegano, ¿para salvar el planeta?

Está más que demostrado que la producción y el consumo de alimentos de origen animal -carne, pescado, lácteos y huevos- tienen un impacto ambiental negativo. Llevar, por tanto, un estilo de vida vegano aporta enormes beneficios para nuestro planeta, además de para el resto de los animales y nuestra salud. 

La insostenibilidad del sistema agroalimentario actual lleva años estando en el foco de los científicos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) publicó en el año 2006 el informe La larga sombra del ganado en el que ya describió cómo la producción de carne contribuye al cambio climático, la contaminación atmosférica, la degradación de la tierra, del suelo y del agua, y la pérdida de la biodiversidad. Según los expertos, la ganadería emite más gases de efecto invernadero que el sector transporte y además genera otros gases mucho más perjudiciales como el metano y el óxido nitroso. 

En 2018, el estudio Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers (Reducir los impactos ambientales de los alimentos mediante productores y consumidores, en español), publicado en la revista Science, concluyó que evitar el consumo de carne y lácteos era la forma más importante de reducir el impacto ambiental en el planeta, ya que su producción requiere de la gran mayoría de las tierras de cultivo, el 83 %, y genera el 60 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura. Concretamente, el trabajo demostraba que sin la producción y el consumo de carne y lácteos el uso global de tierras agrícolas podría reducirse en más del 75%, una extensión equivalente a China, Estados Unidos, la Unión Europea y Australia.

“Una dieta vegana es probablemente la forma más importante de reducir tu impacto en el planeta Tierra, no solo los gases de efecto invernadero, sino también la acidificación global, la eutrofización, el uso de la tierra y del agua. Tendría un impacto mayor que reducir tus vuelos o comprarte un automóvil eléctrico”, afirmó entonces el investigador ambiental Joseph Poore, de la Universidad de Oxford (Reino Unido), quien dirigió el estudio. 

 

Más allá de las emisiones

Para conseguir los pastos y las tierras de cultivo que requiere la ganadería se destruyen bosques nativos, sumideros naturales de carbono, quitando a la población local su hogar y sustento. Es, por ejemplo, lo que ocurre con la soja: el aumento de su demanda para criar a los animales destinados al consumo humano está acabando con grandes extensiones de la Amazonía. 

¿Y el agua? La ganadería consume este preciado líquido en una cantidad de cinco a 10 veces mayor que el cultivo de plantas: para obtener un kilo de granos se requieren 1.500 litros de agua y diez veces esa cantidad, 15.000 litros, para producir un kilo de ternera. Además de la gran demanda de agua dulce por parte del sector ganadero -para cultivar los piensos, alimentar a los animales y realizar labores en el resto de la cadena de producción como en las granjas y en los mataderos-, hay que tener presente el gran impacto de sus residuos que contaminan las capas subterráneas y superficiales, los ríos y los mares. En España, un país afectado por las sequías, tenemos un ejemplo de ello. Las macrogranjas provocan una grave contaminación por nitratos de los suelos y de las aguas subterráneas. 

La pesca tampoco se queda atrás: la mayoría de los residuos plásticos que flotan en los océanos y que en muchas ocasiones acaban con la vida de los animales que quedan atrapados en ellos tienen su origen en la citada actividad. Además, la pesca industrial destruye los fondos marinos y sobreexplota las poblaciones de peces, y hiere o mata a miles de animales que no son el objetivo -son las capturas accidentales-. Todo ello tiene un impacto devastador en la biodiversidad marina. 

Los organismos internacionales y la comunidad científica abogan por un cambio en nuestros hábitos alimentarios por nuestro bien y por el futuro de nuestro planeta. “Una estrategia con dietas más basadas en plantas, que reduzca a la mitad la pérdida de alimentos y mejore la tecnología agrícola puede alimentar de forma sostenible a 10.000 millones de personas en 2050”, dice el académico Marco Springmann en el estudio Options for keeping the food system within environmental limits (Opciones para mantener el sistema alimentario dentro de los límites ambientales) publicado en la revista Nature. Ya sabes, ¡sé vegano también por el planeta!

 

 

 


Cristina Fernández @crisfersan
Periodista especializada en veganismo.

 

 

Comentarios

  • Luis Tovar

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    Si se me permite un apunte crítico, quisiera señalar que es imposible ser vegano ‘por el medio ambiente’. Esto del todo imposible. Seria tan absurdo como proponer que uno puede ser feminista ‘por el medio ambiente’. No tiene ningún sentido. La aplicación práctica del veganismo puede sin duda conllevar un menor impacto ambiental que el actual modelo basado en la industria de la explotación animal —ahí están los datos— pero ser vegano no tiene que ver con esto. El veganismo está definido como un principio ético que se opone al uso de animales y que aboga por liberar a los animales de la dominación humana. Aparte de que el medio ambiente no posee un valor moral en sí mismo, hay muchos usos de animales cuyo impacto ambiental es menor que el de la agricultura. Sólo se puede ser vegano por respeto moral al valor inherente de los animales.

    15 mayo 2023

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